Ha-Joon Chang y los mitos del capitalismo contemporáneo

El economista político Ha-Joo Chang se ha transformado en uno de los críticos más efectivos de la globalización. Si bien resalta que la integración a la economía mundial puede traer beneficios para los países en desarrollo, sospecha de las recetas sobre el ‘fin de la historia’ (Fukuyama 1988), que el ‘mundo es plano’ (Friedman 2005) o que la globalización trae beneficios para todos (Wolf 2004). Su propuesta no es anti-capitalista, sino crítica un tipo particular de capitalismo, el de libre mercado. Su flanco principal son las políticas ortodoxas promovidas por las instituciones financieras internacionales, como el FMI, el Banco Mundial y la OMC. Contrario al mainstream económico del consenso de Washington, Chang propone que los países en desarrollo se integren a la economía mundial con políticas industriales selectivas, protegiendo las industrias nacientes y regulando las finanzas nacionales e internacionales. Su trabajo me parece interesante para los estudios de la economía no sólo porque aborda cuestiones transversales como el capitalismo y la globalización, sino porque pone en discusión temas que a veces se presentan como resueltos. En este post presentaré brevemente algunas ideas de sus últimos libros y conectaré su mirada con el caso chileno.

En Kicking away the ladder (2003) Chang sostiene que los países desarrollados que hoy claman por la apertura de los mercados y la desregulación – i.e. Inglaterra, Estados Unidos, el G7- históricamente utilizaron políticas proteccionistas para desarrollar sus industrias y aprovechar sus ventajas comerciales. Sin embargo, una vez que lograron posiciones de privilegio, han ‘votado la escalera’ con que ellos alcanzaron la riqueza, evitando que otros países en desarrollo sigan el mismo camino. La protección de industria locales, la regulación del comercio y la inversión extranjera, fueron prácticas que estos países aplicaron por años, y que sólo desde la segunda mitad del siglo veinte cambiaron de posición. En Bad Samaritans – the myth of free trade and the secret history of capitalism (2007), Ha-Joon Chang confronta una de las ortodoxias centrales de la economía clásica: la creencia que la libertad de comercio, los mercados privados y la inversión internacional mejoran los niveles de vida en todas partes. Aquí su crítica es a la simpleza con que las instituciones financieras internacionales establecen recetas homogéneas para el desarrollo económico en todo el mundo. Chang no duda que las intenciones de éstos son buenas, pero cuestiona que la comprensión ideológica simplista del libre mercado y su poca atención a la historia los lleva a imponer políticas erróneas. La propuesta uniforme de reducción del tamaño del gobierno, privatización de empresas públicas, inflación baja, y la ortodoxia de estabilidad macroeconómica y disciplina fiscal que promueve el FMI, harían un flaco favor a países en desarrollo, un favor de ‘malos samaritanos’.

Su libro más reciente, 23 Things they dont tell you about capitalism (2010), entrega un crudo diagnóstico sobre como funciona el capitalismo contemporáneo, refutando varios de sus supuestos y premisas. Repasando la historia del desarrollo económico en diversas partes del mundo, entre otras cosas afirma que: las políticas de libre mercado rara vez han hecho más ricos a los países pobres; las corporaciones trasnacionales tienen raíces nacionales, y velan por intereses locales; más educación superior no supone de por sí mayor prosperidad – sino que ésta viene con la capacidad de las naciones para promover empresas con alta productividad; los mercados financieros necesitan ser menos, no más eficientes; la igualdad de oportunidades no siempre es justa, sino también puede servir para reproducir las inequidades; una buena política económica no requiere necesariamente de buenos economistas; y que la economía del conocimiento es un mito, el sector industrial sigue siendo el factor crucial para el desarrollo. En 23 postulados discute aspectos del discurso económico liberal, que luego contrasta teórica y empíricamente con ejemplos históricos e implicancias sobre lo que ‘no dice’ ese discurso.

Chang es un economista crítico de los economistas, especialmente de las visiones neoliberales dominantes en décadas recientes. Responsabiliza a los economistas y policy makers de la última crisis financiera global. Cuestiona la ignorancia general de su disciplina respecto a la historia y la falsa idea de armonía que promueven los modelos matemáticos, negándose a ver la inestabilidad del sistema financiero mundial. Lejos de ser una disciplina técnica y neutra, para éste la economía es un poderoso enfoque que influye en gobiernos y empresas en gran parte del mundo. Sugiere que la forma como se ha entendido la economía recientemente – desregulación, privatización – ha ralentizado la economía mundial, aumentado la inequidad y hecho más propensas las crisis financieras. Su mirada enfatiza que no hay un modelo ideal de capitalismo, sino variedades de capitalismos (Soskice and Hall 2001; Lane and Probert 2009); hay diferentes maneras de organizar la economía, el libre mercado es sólo una de ellas. Su invitación es a rechazar el consenso de Washington y reformar las reglas del comercio mundial para prevenir futuras crisis globales, regulando las finanzas nacionales e internacionales.

¿El ‘milagro’ chileno?

Para países en desarrollo Chang recomienda la promoción de soluciones heterodoxas como el uso extensivo de política industrial selectiva, combinación de proteccionismo con subvenciones a la exportación, regulaciones duras a la inversión extranjera directa, el uso activo de empresas de propiedad estatal y la protección laxa de patentes y derechos de propiedad intelectual, entre otras. Es decir, un paquete bien diferente al que han promovido los policy makers chilenos en años recientes – a excepción de Codelco y su rol en el finanzas públicas. Chile suele ser mencionado como caso exitoso del consenso de Washington y las políticas del FMI. Las tasas de crecimiento sostenida, la reducción de la pobreza y la ampliación del acceso a educación superior en las últimas dos décadas suelen presentarse como evidencia de éxito de esas políticas; las mejoras en los ranking de competitividad y la reciente integración a la OECD como confirmación del ‘milagro chileno’.

De las muchas controversias que pueden abrirse desde Ha-Joon Chang, dos aspectos de su enfoque heterodoxo me llaman la atención para el caso chileno. Primero, resaltar que la globalización no es un fenómeno homogéneo, uniforme, positivo per se – como a veces se presenta, sino un proceso plural que conlleva ventajas y desventajas, ganadores y perdedores (Therborn 2000). Como parte de la división internacional del trabajo los países apuestan por distintas formas de integrarse al comercio mundial: unos a través de industrialización tecnológica, como Alemania o China, otros de-industrializándose o re-primatizando su producción – como la mayoría de los países de América Latina. Chile se ha especializado en producir materias primas con bajo valor agregado en mercados de nicho con alta capacidad de exportación. Revisando los postulados de la teoría de la dependencia (Cardoso y Faletto 1971), Domingues (2008) plantea que a pesar del crecimiento económico reciente, Chile seguiría en la periferia de la producción mundial, explotando principalmente recursos naturales; sus niveles de dependencia económica serían iguales o mayores que hace cuatro décadas, y su producción de tecnologías sería casi nulo. Desde esa perspectiva, la sustentabilidad del ‘milagro chileno’ en el largo plazo es menos clara. Segundo, independiente de ese juicio, sorprende la ausencia de una política industrial en Chile, y los pocos espacios para una discusión abierta sobre ésta. Por ejemplo, no es un tema crucial en las campañas políticas ni es materia de diputas técnicas entre especialistas – ni siquiera entre economistas. Mi impresión, no muy novedosa, es que hay fuertes sesgos ideológicos que inhiben dicha discusión – Chicago boys, economistas, naturalización de mercados, etc. Cuando se discute sobre desarrollo industrial, los enfoques tradicionales suelen destacar los beneficios de la innovación, pero siempre desde la óptica de las ventajas comparativas y el potencial desarrollo de nichos. Estado, incentivos y protección de industrias nacientes pareciera que son temas vetados. La única política industrial selectiva sería el discurso y la inversión en la ‘imagen país’.

En cuanto laboratorio neoliberal intensivo, Chile es generalmente citado para defender o atacar el impacto de las políticas neoliberales – las controversias sobre el terremoto fueron un ejemplo. La mirada de Chang me parece interesante para revisar las certezas del modelo chileno, y para abrir nuevas y viejas preguntas. Entre otras, ¿por qué el capitalismo se cristalizó aquí en una versión tan ortodoxa y tan irrefutable? ¿Qué factores institucionales, histórico-políticos, estructurales o culturales han facilitado ese proceso? ¿O la legitimidad del mercado es simplemente expresión de sus resultados, como algunos argumentan? ¿Se vislumbran emergencias de alternativas? Si así fuera, ¿dónde? Sobre estos y otros temas relacionados creo que hay mucha historia y mucha sociología por revisar y por hacer.

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Comments

  • joseossandon  On December 14, 2010 at 12:33 pm

    muy interesante el post Tomás! pregunta, Ha-Joon Chang propone alguna forma de evaluar el pack de política heterodoxo que propone? Mi impresión es que una de las cosas que ha permitido consolidar las medidas tipo fmi es que van asociadas a formas de evaluación claramente traducible en indicadores medibles, que, más allá de lo útil que sean, ha permitido homogenizar la administración de las políticas económicas.
    y sin duda es un buen punto lo que sugieres ¿por que la industria ha salido perdiendo en Chile? (en argentina parece haber una larga literatura sobre estos cambios de orientación). ¿alguna idea de por que ha pasado? ¿será consecuencia de una forma de pensar la regulación o una historia más micro de conflictos entre sectores?
    ….
    punto aparte, recomiendo la columna de J. Fabrega hoy en el mostrador: http://www.elmostrador.cl/opinion/2010/12/14/perdon-profesor-becker-lo-mal-interpretamos/

  • tomas undurraga  On December 15, 2010 at 12:21 am

    Mi impresión Jose es que Ha-Joon Chang evalúa el pack de política heterodoxa con indicadores similares a los de políticas ortodoxas, aunque remarcando el lado productivo por sobre el financiero para medir crecimiento económico. O sea mas producción de tecnologías e industria que banca y servicios. Lo otro es que lee el desarrollo en perspectiva histórica, conectando los resultados con las particularidades de cada caso/país. De ahí que su crítica principal es a la receta estándar que promueven el FMI y las instituciones financieras para los países en desarrollo, tanto por el carácter ideológico – la receta única – como por los beneficios geopolíticos – que benefician a los países que ya desarrollaron industria tecnológica, reproduciendo ese orden.
    Ahora, comparto contigo que parte de la instalación de las políticas neoliberales ha sido la definición y establecimiento de indicadores para medir los avances respecto a su pack – i.e. cuanto días se demora en abrir un negocio (midiendo burocracia del estado) o los indicadores de riesgo país, por decir un par. Y esa instalación se ha estandarizado. Es interesante ahí preguntarse como se producen esas certificaciones. Los ritos de verificación que describe Power en ‘audit society’ cuestionan la independencia de dichos indicadores, los que se sostendrían últimamente sobre juicios humanos.

    y sobre por que la industria ha salido perdiendo en Chile? Si te refieres por regulación a la definición de políticas, pienso que si, fue una regulación que apuntaba a una política deliberada: no subsidiar ni proteger sectores que no se tenían ventajas comparativas. Por ejemplo, el desmantelamiento de las plantas de automóviles en Arica, pues eran ineficientes. A eso sumarle que la estrategia exportadora de materias primas – agroindustria – resulto exitosa y luego el boom de los 90 conllevo desarrollo y crecimiento económico, reforzando el modelo de mercado como asignador de recursos. Bueno, pero si uno le pregunta a los empresarios chilenos si la industria ha salido perdiendo, muchos dicen que no, que la industria se ha desarrollado y es mas sofisticada – e.g. ahora no se exportaría solo celulosa, sino papeles con procesos complejos y planchas trabajadas… cuestión de criterios.

  • joseossandon  On December 16, 2010 at 8:36 am

    sería interesante hacer una reconstrucción de como se administra la macro-economía. mi impresión es que antes había más criterio humano y hoy es más monitorear ciertos indicadores (lo que claro no implica que los indicadores no sean humanos, pero hay un cambio). y sobre la industria…habrá sido importante en esto evitar sectores con trabajadores organizados? (tambien un tema para investigar, como es que se terminó beneficiando a unos y no otros tipos de empresarios…aunque también parece que desde esa epoca tambien los grupos empresariales se diversificaron muchos más)

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