Amigos/as: Este breve comentario es para contarles que hace un par de semanas estuve presentando un trabajo en la 14th Berlin Roundtables on “Financialization and Everyday Life” organizada por The Irmgard Coninx Foundation, the Social Science Research Center Berlin y Freie Universität Berlin.
Los 15 trabajos abordaron el tema del encuentro desde diferentes disciplinas (sociología, antropología, derecho, economía) y enfoques. Quienes participaron eran en su gran mayoría jóvenes scholars provenientes de universidades de EEUU e Inglaterra (Chicago University, John Hopkins University, Brown University, Manchester University, London University, entre otros). Una de las coordinadoras del Workshop fue Jane Guyer, directora del depto. Antropología de John Hopkins University y sus investigaciones son sobre las prácticas monetarias en África. Las líneas que siguen tómenlas a titulo de impresiones más que concienzudas reflexiones.
1. Como suele suceder en estas ocasiones, mientras transcurrían los días, lo que más quedaba en evidencia era que la idea de financiarización tenía más fuerza como etiqueta sugestiva que como concepto operativo. Los problemas operativos que aparecieron fueron los siguientes: ¿Qué prácticas se toman en cuenta como prácticas financieras? ¿Cómo “medir” el avance o retroceso del proceso de financiarización? ¿Cómo establecer la periodización de ese proceso? ¿Cuándo comenzó?
2. Si bien la mayoría de los trabajos daba por supuesto que se estaban considerando las prácticas asociadas al sistema bancario o a los instrumentos financieros formales, varias investigaciones se ocupaban del universo financiero más informal. A esta indefinición sobre qué practicas englobarlas bajo el concepto de financiarización, se le puede añadir una segunda que pasó desapercibida: nos ocupamos siempre de prácticas financieras que, más allá de su grado de formalización, eran reconocidas como financieras. Se nos escapaban las prácticas económicas que por no tener una representación pública que las designe como financieras no tienen visibilidad como tales. Por ejemplo, las circulaciones económicas asociadas al “clientelismo político”. Estas tienen tanta dimensión financiera como la obtención de un crédito o un préstamo en los bancos.
3. Se ensayó un uso estricto de la noción de financiarización: restringir el concepto a la expansión de instrumentos ofertados por las corporaciones financieras. Pese a lo positivo que provee una definición recortada, esta restricción deja poco lugar para pensar cómo esta expansión no solo re-organiza la dimensión formal de la economía sino también la informal, tampoco toma en cuenta los instrumentos financieros promovidos desde las políticas públicas y como ya dije el lugar de las prácticas financieras no reconocidas como tales.
4. El uso que tuvo esta etiqueta –que transportaba varios de los males asociados al neoliberalismo- no puede desprenderse de la relación que los colegas de los países centrales-EEUU, UK- tienen con “la crisis” y cómo ella organiza su agenda temática. Era llamativo, por lo menos para mí, que en las discusiones y conversaciones esta última requería poca especificación espacial o temporal, nombrarla a secas dejaba tácito que nos referíamos a la última crisis de 2008 con epicentro en EEUU. Que sea innecesario adjetivar o explicitar el lugar y el momento opacaba y subordinaba la atención a otras experiencias nacionales sobre las intensidades de las crisis financieras y sus repercusiones políticas, sociales y culturales.
5. El combo neoliberalismo-financiarización-crisis motorizado en varias oportunidades durante el Workshop requiere ser desarmado y ver cada una de sus partes por separado, una perspectiva comparada necesita ser convocada. Por ejemplo, ¿Cómo interpretar la extensión de instrumentos financieros y la conformación de una “nueva clase media” en Brasil constituía por aquellos que abandonaron el umbral de pobreza? ¿Esta financiarización tiene las mismas dimensiones y efectos que la que desencadenó “la crisis”? ¿Es también un vector de entrada del “neoliberalismo” en la vida económica brasilera? Gobiernos “progresistas” de nuestra región muestran a los índices de aumento de consumo como signos claros del crecimiento económico, este aumento es acompañado por “facilidades” financieras, más financiarización, destinadas en muchos casos a sectores de bajos ingresos. ¿Cómo interpretar estos procesos? ¿falsa conciencia progresista de gobiernos que ocultan que realmente son versiones mejoradas del neoliberalismo? ¿Demagogos cuyas políticas hacen expandir la alienación del consumo capitalista?
6. Este último aspecto toca claramente un asunto que hace que pierda claridad la frontera entre la sociología económica y la sociología política. La financiarización remite, en última instancia, a la pregunta sobre la constitución de ordenes (socialmente) democráticos, cada vez será más urgente ir más allá de una discusión dicotómica (finanzas ¿buenos o malas?) para responder al intrincado vinculo entre prácticas financieras, consumo y democracia. Mi sensación es que indudablemente en los tiempos porvenir la sociología económica al perseguir la comprensión del lugar de las prácticas financieras y el consumo en la vida social se vuelve cada vez más una sociología política. En estos días berlineses sobrevoló en mi cabeza esta idea que quería compartir con uds.
Comments
Querido Ariel,
Muchas gracias por tu informe. Comparto totalmente tu reflexión sobre las borrosas fronteras entre sociología económica y sociología política. De hecho, creo que son dos etiquetas que permiten organizar cursos, congresos, redes y agendas de investigación, pero carecen de fundamento epistemológico. De hecho, quienes hemos intentado seguir las huellas de Mauss y Bourdieu creemos en la práctica de una “ciencia social total” que pueda abordar sus objetos sin asumir como dadas las fronteras entre esferas diferenciadas de actividad social. Los compañeros que trabajan en la tradición de Tarde, Callon y Latour no son ajenos a esta visión, como muestran esos trabajos en que innovación, mercados y políticas públicas se asocian para formar redes. Quizás podamos empezar a pensar en términos de diálogo entre sociología economía y sociología política. En muchos de nuestros países, la sociología política necesita una refundación similar a la que ha experimentado la sociología económica. Todavía sigue existiendo en este campo una fuerte impronta ensayista, cuando no una mera afirmación militante de deseos y anhelos. Un abrazo,
Federico
Muy interesante lo que sugieres Ariel, como también la extensión de Federico. Totalmente de acuerdo conque la frontera entre sociología económica y política es muchas veces ficticia. En efecto hay muchos objetos empíricos más bien “económicos” donde no se puede evitar pasar por asuntos políticos (de hecho en este blog ya se han discutido varios, entre otros, el mercado de seguridad del mismo Federico, las compensaciones de las violaciones a los derechos humanos de Mariana Luzzi, las controversias ecológicas de Manuel Tironi, las políticas de la competencia de Gustavo Onto, los seguros de salud que yo he estudiado, los múltiples comentarios sobre mercados de la educación, etc…).
A mi juicio un tema particularmente central es entender mejor que pasa cuando un mercado ya no es el “entorno” de la política, sino que es construido como una forma de política pública (ya sea en sentido explícito, como en el caso de la educacion superior en Chile o más generalmente los sistemas de pensiones), o implícitos (como cuando se acepta el crédito como forma de inclusión social… como menciona Ariel, y como intenté discutir aca: http://t.co/JJUIdRg ). Para esto, creo no sólo es necesario señalar que la economía se hace política, sino que exige un trabajo arduo, y en general todavía muy incipiente de comprensión de cómo es que funcionan y que hacen estos mercados en la práctica. En este contexto, me imagino más que una colonización de la sociología política un diálogo más fluido con aquellos que estén estudiando este tipo de sistemas.
Término con una pregunta, ¿podrías explicar un poco más Ariel tu asociación entre clientelismo y prácticas financieras?, que suena bien interesante!, slds.
Buenísimo Ariel. Un gran informe. Acabo de leer algo de Peter Miller más o menos en línea con tus últimos puntos. Dice que con performativity todo bien, pero que se concentra demasiado en lo técnico y deja de lado los ‘programas’ (yo leo lo político). Es lo que trato de hacer en mi trabajo también… A la relación entre lo técnico-económico y lo político, dejando de lado las explicaciones que reducen una de ellas a la otra, todavía no le hemos encontrado la vuelta del todo.
Miller, Peter. 2008. “Calculating Economic Life.” Journal of Cultural Economy 1 (1) (March): 51-64. doi:10.1080/17530350801913643.