El jueves 23 de Agosto se realizó el taller “Estudios Sociales de la Empresa en Chile” (Taller empresas versión 23 Agosto). El foco de la discusión lo constituyó una serie de artículos – que son los borradores de los capítulos de un libro en camino y- que corresponden a una muy interesante muestra de los que se está haciendo hoy en estos temas. El taller fue además enriquecido por los comentarios de algunos de los investigadores con mayor experiencia y conocimiento de este incipiente campo en el país. Más que resumir lo que se conversó ese día, en este – y en un post posterior – discutiré algunas de las preguntas que a mi juicio han quedado abiertas para seguir investigando y discutiendo. Específicamente esta entrega discute: ¿Cuál es el objeto de análisis de los estudios de la empresa hoy?”.
Una primera forma de enfocar la pregunta por el objeto de análisis de la empresa es a partir de la clásica cuestión sobre quién controla la firma, responder este asunto, sin embargo, no es para nada simple. De hecho, ya en un estudio publicado en 1974, M. Zeitlin y cia explicaban que aparentemente las empresas chilenas correspondían a la imagen típica de la firma moderna de la segunda mitad del siglo XX (es decir: con propiedad distribuida en múltiples accionistas y bajo el control de administradores profesionales o gerentes), pero un análisis más detallado mostraba una situación muy distinta. Primero: tras complejas pirámides de propiedad (donde una misma empresa tenía acciones de otras por varías vías intermedias) se escondía un control, que aunque se basara en una propiedad minoritaria, era suficiente para tener un voto hegemónico en los directorios. Segundo: si además se consideraba quienes eran los ejecutivos de las empresas involucradas, aparecía una densa red de relaciones familiares donde la separación de vínculos de parentesco y negocio resultaba casi imposible.
Hoy en día, la idea de que familias y negocios estén tan interconectadas ha dejado de ser un asunto escandaloso o un signo de pre-modernidad. En efecto, en la literatura de gobierno corporativo parece existir un consenso de que los “grupos” – o conglomerados empresariales conectados por vínculos sociales – no son una excepción sino más bien una constante en las economías de muchas áreas del mundo. En este contexto – tal como ilustra el artículo de Jiménez y Bawlitza discutido en el taller – se estarían haciendo cada vez más importante instrumentos de gestión orientados a profesionalizar los dos lados de los negocios familiares: las empresas de los grupos y la fortuna familiar. Paradojalmente entonces, desde esta literatura el objeto de análisis ya no es ni el emprendedor ni la firma unitaria, sino que esta unidad social compleja, media maussiana, que son los grupos[i].
Al mismo tiempo, al menos según un comentario que hizo E. Tironi en el taller, parece importante reponer la cuestión sobre gerentes y directores. Esto no necesariamente porque las grandes empresas ya no estén controladas de modo central por sus propietarios, sino por que existiría una cada vez más relevante capa de ejecutivos profesionales, no necesariamente representados en las juntas de directorios, pero si muy importantes a la hora de relacionarse con asuntos claves en el funcionamiento de la empresa como el marketing, los reguladores o las fuentes de financiamiento. Desde una perspectiva de redes sociales – como la desarrollada por E. Salvaj en su trabajo – una manera de aproximarse a este asunto sería estudiando si realmente estamos hablando de dos “mundos separados”, o, más bien, como habían sugerido Zeitlin y cia, de que directores, gerentes y propietarios estén conectados por una densa red de vínculos de parentesco, participación religiosa y amistades. A su vez, desde una perspectiva de sociología pragmática, tal como hizo Boltanski en su trabajo sobre los cadres en Francia, cabría estudiar si realmente los gerentes han constituido vehículos de representación y constitución colectivos (tales como asociaciones profesionales, seminarios y publicaciones, etc.) que les permitan diferenciarse de los propietarios y otros trabajadores.
Una aproximación muy diferente es desarrollada desde la historia económica, que en el taller fue representada por el trabajo de R. Nazer. Su artículo centró la atención en el despliegue histórico de los distintos actores que han ido haciéndose centrales en la empresa en Chile. Así por ejemplo Nazer discute: los comerciantes de Valparaíso de fines del siglo XIX, los empresarios extranjeros que dominaron la minería hasta los sesentas, los inmigrantes asociados a las industrias manufactureras, y como, a mediados del siglo pasado junto con el desarrollo de las grandes empresas estatales, aparece la figura del ingeniero. Es posible complementar este trabajo con los estudios publicados a principios de los noventas por C. Montero, donde se sugirió que, paralelamente al desarrollo de la nueva elite política “tecnocrática” a la “Chicago”, habría surgido un nuevo tipo de empresario, los que, como los gerentes de mediados de siglo, se habían formado preferentemente en ingeniería, pero más que a la industria orientaban su actuar a la competencia y al riesgo de mercado.
De este tipo de aproximación también se llega a los grupos. De hecho a partir de la clasificación de tipos de empresarios la misma C. Montero sugirió que era posible distinguir entre grupos “tradicionales”, “emergentes”, y “tecno-burocráticos”. En este contexto un asunto clave parece ser dar con las particulares lógicas de acción que caracterizarían a los distintos conglomerados. Esto es sin duda central, especialmente considerando que, dada la magnitud de algunos grupos respecto a la economía chilena, serían diferencias con probablemente más consecuencias que las que dividen a las dos principales coaliciones políticas del país. No obstante lo anterior, vale también la pena dejar abierta la pregunta de si es realmente posible identificar grupos con una lógica primaria. De hecho no resulta difícil pensar que, dada la complejidad en términos generacionales y de tipos de empresas por conglomerado, al interior de cada gran grupo co-existan todos los tipos de actores ya identificados (abuelos inmigrantes, cuñados profesionales y emergentes, y directores que han sido funcionarios técnicos de la dictadura y/o gobiernos posteriores), y con ellos muy diferentes lógicas de acción y evaluación. Quizás, considerando la discusión reciente sobre la heterarquía en las firmas contemporáneas, en vez de intentar asociarlos con un solo principio o lógica de acción, lo que corresponde es intentar dar con una imagen más rica de las múltiples formas de valoración presentes en cada conglomerado.
Finalmente, una tercera forma de aproximación a este objeto difícil de delimitar fue desarrollada en el muy interesante trabajo de M. Echeverría. Su tema de interés es el creciente impacto del trabajo sub-contratado y las nuevas maneras de organización sindical que surgen en este contexto. A su juicio en el centro de este asunto hay un tema de equivalencias: ¿cómo dos trabajos – de características similares y que están en la línea de producción de un mismo bien – pueden ser contratados y pagados de modo tan diferente? Para hacer posibles estas equivalencias, y de esta forma reclamar justicia, los sub-contratados deben ir, sin embargo, más allá de la “empresa” que técnicamente les está pagando por sus servicios. Ellos deben ser capaces de comparar con otras unidades similares y establecer cuál es el proceso de producción principal en el cual están participando. Por cierto, todo no se hace más fácil por el hecho de que esté permitido que compañías bajo una misma marca estén inscritas legalmente como empresas diferentes (por ejemplo, distintos locales de la misma tienda bajo una figura legal distinta). En este punto la pregunta de los sindicalistas y la de este post se juntan, se trata de entender mejor donde empieza y termina la empresa en Chile hoy, y, en ambos casos el modo de dar con la respuesta parece ser también similar: un largo trabajo de recolección y colección de información que recién comienza.
[i] Metodológicamente, desde la literatura de “negocios” predominan estudios de tipo cuantitativo donde se busca asociar “la participación de una empresa en un grupo de determinado tipo” y “sus resultados económicos”. En este contexto, los grupos son organizados tipológicamente según variables tales como: diversificación en sus áreas de negocio, según sus tipos de partners (nacionales o internacionales), el origen de la riqueza del grupo (materias primas, manufacturas, finanzas… o empresas públicas privatizadas), o a partir de la conformación política de sus directorios.
Comments
Agregaría dos lugares donde la empresa se hace como objeto: (a) sus tecnologías de organización y gobierno, desde los softwares de gestión hasta el RSE pasando por las prácticas/teorías de recursos humanos, o sea los mecanismos y espacios concretos donde la empresa se ejecuta como tal, y (b) los circuitos culturales donde se formatea la idea y la naturaleza de la empresa.
Gracias Manuel, de hecho justo la idea es que el segundo post sea sobre ambos. slds!