En el presente post me propongo observar cómo las crisis económicas agudas, aquellas que trastocan severamente las estructuras de una sociedad, fuerzan la formación de órdenes intermedios o, más específicamente, de mercados ilegales. En términos simples, en lugar de observar los efectos desintegradores que tradicionalmente la sociología asoció con las crisis, prestaré atención al modo en que se reconstituye cierto tipo de orden cuando éstas imponen sus condiciones. Antes de comenzar haré tres aclaraciones breves. La primera es que el tipo de crisis que consideraré es de tipo económica, siendo ésta, en la mayoría de los casos, el resultado de guerras, hiperinflaciones o bancarrotas. En consecuencia – y en segundo lugar – el orden en el que estoy interesado es también de tipo económico, esto es, el mercado. El adjetivo “ilegal” que utilizaré para referirme a éstos se debe a que estamos ante un intercambio de bienes denegado por las legislaciones, ya sea por la misma naturaleza del bien o porque su producción o consumo están prohibidos. Decisivo es que las definiciones legales producen comportamientos sociológicamente relevantes – como esconderse, manejar el dinero de forma discreta, cambiar identidades, etc. – que inciden en la forma del mercado emergente. Ahora bien, ¿qué herramientas conceptuales pueden echar luz sobre este proceso de emergencia de un mercado ilegal? A primera vista las opciones son escasas. La sociología económica no ofrece puntos de partida adecuados puesto que ella se ocupa de los mercados legales, es decir, supone que su formación – aun en el caso de los mercados espontáneos – se estructura en torno a normas estatales (Zelizer, Aspers, Fligstein). Por su parte, los estudios sobre el llamado crimen organizado tampoco ofrecen muchas pistas: o bien aluden a alguna transformación social de envergadura como un cambio de régimen o de sistema social (Gambetta, Varese, Volkov) o, en términos un tanto esquemáticos, se refieren a las oportunidades comerciales identificadas por actores racionales en donde el costo de actuar ilegalmente es menor a las recompensas futuras. Cierto es, además, que este último cuerpo de literatura tematiza la oferta (el crimen organizado) y deja de lado al otro lado del mercado, la demanda. Lo que sigue es un intento de responder al interrogante sobre cómo emerge un mercado ilegal desde una perspectiva sociológica.
Para empezar, no sería exagerado decir que los colapsos sociales son más la regla que la excepción. Quiebres financieros y bancarios así como pánicos y depresiones socio-económicas se suceden unas a otras. Independientemente de las causas, lo cierto es que las crisis alteran bruscamente las rutinas cotidianas de subsistencia, al tiempo que fuerzan cambios en expectativas y prácticas relacionadas con el intercambio de bienes y servicios. Como muestra la literatura sobre hiperinflaciones, bancarrotas y guerras, la reacción más común a la privación progresiva fue la emergencia de intercambios en las sombras del Estado.[1] De tal modo, los mercados ilegales se presentan como una arena social de intercambio que ayuda a los individuos a sobrevivir o simplemente a mantener ciertas rutinas de consumo o conservar el estatus personal que dichos consumos confieren. A diferencia de otros comportamientos colectivos como los clubes de trueque o pánicos, también originados en crisis socio-económicas graves, el caso que me interesa implica más que una forma de reacción generalizada. Implica también, al menos a priori, un cambio moral. Esta afirmación se refiere al hecho que, durante al tránsito desde una situación de incertidumbre económica a la participación en un mercado ilegal, tiene lugar un cambio cualitativo. Y ese cambio consiste en que ciertos actores comienzan a actuar fuera de la esfera de normas hasta el momento reconocidas como legítimas.
La creatividad de la acción y el mercado ilegal como un exitoso End-in-View
La clave para entender cómo intercambios económicos específicos pueden desarrollarse en el curso de un colapso económico reside en entender cómo los individuos lidian con un entorno extremadamente complejo e incierto. Por ese motivo, el punto de partida que adopto es la acción social enmarcada en la cotidianeidad, la vida cotidiana con sus rutinas y su “actitud natural”.[2] En este contexto también considero al consumo como parte de las rutinas, como dos actividades entrelazadas: trabajadores comprando cigarrillos antes de llegar el trabajo, niños comprando caramelos durante el recreo escolar, amigos yendo al cine durante el fin de semana, etc. Estos ejemplos muestran que el foco primario no está en el consumo conspicuo sino en ese consumo que sostiene trayectorias cotidianas así como el conjunto de relaciones sociales relacionadas.[3] La experiencia sedimentada a partir de esas actividades cotidianas resultan en lo que Schütz denominó “actitud natural”, una suspensión de la duda caracterizada por un mundo dado por supuesto. Como veremos, resulta de especial importancia la idea pragmatista según la cual las experiencias pasadas organizan las percepciones actuales de una manera pre-reflexiva.[4]
Las crisis económicas surgen y distorsionan abruptamente las rutinas junto a esa actitud que da por supuesto al mundo circundante. Ellas imponen dificultades severas a los actores, traen problemas que conciernen a la subsistencia y obligan a buscar soluciones. Algunos autores han señalado ciertos efectos de las crisis, como la pérdida de “futuridad” o la inestabilidad ontológica.[5] A mi me interesa enfatizar, sin embargo, la constante valoración y evaluación de la situación que deben emprender los individuos durante la crisis. Desde esta perspectiva pragmática, una vez que se quiebran ciertos scripts, marcos, y convenciones que guían las expectativas generales de los actores, estos están obligados a evaluar el nuevo escenario (presente y futuro) para seguir adelante con nuevas hipótesis de acción. Aquí podemos ver una diferencia fundamental entre este enfoque y el de la anomia según la versión de Merton: los cursos de acción, basados en experiencias pasadas y deseos, se van determinando en el contexto de la acción y no a priori. Así, si los cursos de acción no pueden decidirse a priori y estos se reformulan continuamente según el contexto, debemos considerar solamente ends-in-view o fines indeterminados que se re-especifican durante la selección de los fines.[6] Esto significa que no existe una división estricta entre “fines” y “medios” de la acción; los fines de los individuos maduran y cambian continuamente de acuerdo con los medios disponibles en una situación particular. Por eso, en un contexto de crisis ‘personal selves are forced, unless they are merely to drift, to consider their own action with respect to social changes’.[7]
Las soluciones creativas a problemas que surgen en contextos de crisis son diversas. Por ejemplo, la protesta social, los clubes de trueque así como los mercados ilegales se convierten en posibilidades reales, ends-in-view factibles. No obstante, según la visión pragmatista, no puede asumirse que ciertas soluciones creativas serán el resultado a una situación problemática particular. Esta cuestión permanece como problema empírico. Por esa razón, la primera hipótesis que puedo formular es que la participación en un mercado ilegal, ya sea como vendedor o comprador, es un end-in-view, una línea de acción posible estabilizada a lo largo del tiempo. En otras palabras, la participación en un mercado ilegal significa una solución temporaria a problemas provocados por una crisis aguda. Vender o comprar productos, entonces, debe ser visto como una posibilidad para restructurar la cotidianeidad, esto es, restablecer antiguas rutinas y recobrar la estabilidad de las actividades cotidianas. En términos del pragmatismo, los mercados ilegales devienen una solución creativa a los problemas con los que se ve confrontada la experiencia.
Sin embargo, todavía permanece sin respuesta la pregunta relativa a la diferencia específica entre un mercado ilegal y, por ejemplo, una protesta o un club de trueque. Expresado de otro modo: ¿qué tipo de elementos intervienen en el proceso de evaluación que lleva a los individuos a dejar la esfera de la legalidad, de las normas aceptadas?
Ganando legitimidad: Ends-in-View y los “otros generalizados”
¿Qué produce el “éxito” de un End-in-View que incluye la posibilidad de intercambiar bienes ilegales? O ¿qué produce el cambio moral? Varios autores han enfatizado la importancia de los “terceros imparciales” como instancias de referencia.[8] Aunque la literatura se refiere a dichos terceros imparciales en términos de instituciones estatales o de sistema judicial, los estudios sobre patronazgo y clientelismo muestran a los brokers actuando como terceros por excelencia, verdaderas instancias de resolución de conflictos. Así, en el contexto álgido de la crisis, donde ciertos marcos institucionales y scripts cotidianos se vuelven obsoletos y sucumben, la presencia de terceras instancias resulta relevante. Tomando como punto de partida al colapso económico, sugiero pensar que esta situación promueve la referencia de los actores a dos “otros generalizados” que son capaces de legitimar ends-in-view relacionados con la participación en mercados ilegales.[9] Estos “otros generalizados” son elementos, terceras instancias, que intervienen en el proceso de evaluación llevado a cabo por actores y provee justificaciones que validan las acciones. En tal sentido, considero que el crecimiento de mercados ilegales durante un colapso económico es promovido por una tercera instancia que introduce la posibilidad de evaluar como justo el intercambio de bienes ilegales. En este punto, el enfoque que propongo coincide con la sociología económica de las convenciones que afirma que “las justificaciones permiten que la gente se mueva sin tener que calcular o defender activamente cada acción, sintiéndose psicológicamente confirmadas”.[10] Aunque la naturaleza de esos “otros generalizados” es una cuestión empírica, propondré a dos hipotéticas instancias intervinientes. A la primera la denominaré “legitimación a través de acciones generalizadas” y a la segunda “legitimación a través de actores estatales”. En términos generales, considero a estos dos “otros generalizados” como información específica sobre 1) comportamientos generalizados de terceros y 2) comportamiento de autoridades. En otras palabras, el primero se refiere a “lo que hace la gente” y el segundo a la “protección o tolerancia ofrecida por actores estatales”. Mediante la distinción entre estos dos elementos pretendo abarcar dos situaciones presentes en la literatura sobre crisis y guerras. Por un lado, con los “comportamientos de las autoridades” me refiero a mercados ilegales promovidos por actores estatales, a una arena de intercambios ilegales legitimada por las mismas autoridades estatales. Por el otro, con “comportamientos generalizados de terceros” pretendo postular que un mercado ilegal puede emerger simultáneamente debido a cierta conciencia social acerca de la escasez de los bienes y sin intervención estatal.
Hacia el final de esta propuesta, entonces, queda sugerir que el mercado no comienza con el ‘marketplace’ o cuando los individuos intercambian bienes sino con la aparición de esos “otros generalizados”. Los mercados ilegales emergerán siempre que un tercero imparcial justifique ciertos ends-in-view.
[1] Por ejemplo: Paul Steege, Black Market, Cold War: Everyday Life in Berlin, 1946-1949 (Cambridge University Press, 2007); Stefan Mörchen, Schwarzer Markt. Kriminalität, Ordnung Und Moral in Bremen 1939 – 1949 (Frankfurt am Main: Campus, 2011); Lizzie Collingham, The Taste of War: World War Two and the Battle for Food (London: Allen Lane, 2011).
[2] Alfred Schütz, Collected Papers I: The Problem of Social Reality, 1982.
[3] Alan Warde, ‘Consumption, Identity-Formation and Uncertainty’, Sociology, 28 (1994), 877–898
[4] Hans Joas, Die Kreativität Des Handelns (Frankfurt am Main: Suhrkamp, 1992). Chapter III
[5] Anthony Giddens, The Constitution of Society (Cambridge: Polity Press, 1984), p. 61
[6] Hans Joas, Die Kreativität Des Handelns, p. 292
[7] John Dewey, Ethics, 1978 [1908], p. 318
[8] Las terceras instancias son un tópico frecuente en la teoría social, especialmente en la sociología del derecho (Alfred Vierkandt, Simmel, Niklas Luhmann). Para un estudio reciente al respecto: Eva Esslinger et. al, Die Figur des Dritten: ein kulturwissenschaftliches Paradigma (Frankfurt am Main: Suhrkamp, 2010).
[9] George Herbert Mead, Mind, Self, and Society, 1983, p. 155
[10] Nicole Biggart and Thomas Beamish, ‘The Economic Sociology of Conventions: Habit, Custom, Practice, and Routine in Market Order’, Annual Review of Sociology, 29 (2003), p. 456
Comments
Gracias Matías, y bienvenido a estudiosdelaeconomía!
Sin duda es un tema fascinante esto de los mercados ilegales, y será muy interesante seguir oyendo más de tu investigación en futuros posts. Respecto a este post en particular, parece una avenida muy fructífera volver a la sociología de la acción de tinte fenomenológico-pragmatista de Schütz y cia, y desde ahí elaborar una nueva sociología de los mercados ilegales. Eso si, leyendo me fueron quedando algunas preguntas sobre la diferencia entre lo que sugieres y otras versiones más tradicionales.
Según entiendo tu línea de argumentación es: una crisis cuestiona lo que parece legítimo abriendo nuevas posibilidades de acción que devendrán mercados ilegales en caso de que existan los otros generalizados necesarios. Esto suena bien, pero muy diferente por ejemplo al típico argumento más de economistas, para quienes un “mercado negro” (por ejemplo de divisas) no surge de una crisis sino que de exceso de regulación. Por otra parte, desde la antropología de la economía informal (desde K. Hart en adelante), se asume que lo ilegal tiene más que ver con los puntos ciegos de la estadísticas económicas que no pueden registrar muchas actividades, pero una aproximación etnográfica muestra que siempre hay un grado importante de economía informal, y dentro de ésta, de mercados ilegales.
¿cómo se relaciona tu propuesta con estos otros argumentos?
¿No será quizás que lo que sugieres más que sobre el “emergencia de un mercado ilegal” (entendido como un intercambio de un bien ilegal o bajo condiciones no legales) sea sobre su generalización a un mayor número de usuarios?
Hola José, muchas gracias por tu comentario. Me hace pensar y eso es lo que buscaba con el post. Un par de comentarios antes de referirme a tus preguntas. Primero, el trabajo viene a ser un aporte a la llamada nueva sociología económica en el cual la “ilegalidad” (y no la informalidad – ahora vuelvo al tema) desempeña un rol marginal o casi nulo. Hay un paper de Zelizer de hace poco en el cual admite que esta literatura no se ha preocupado por el “dark side” del capitalismo. Los únicos dos cuerpos de literatura que se ocupan de la ilegalidad son la teoría de la anomia y sus derivados (labeling approach, deviant behavior, etc) y los estudios sobre el crimen organizado. Por ahí es donde yo veo que puede insertarse el trabajo. Ahora tus preguntas. No soy experto en economía pero sí he leido bastante sobre mercados negros surgidos en situaciones post hiperinflación o post guerra y ahí creo que el argumento del exceso de regulación deja de tener peso. Yo no intento decir que todos los mercados ilegales surgen del modo descrito en el post sino sólo aquellos que aparecen como consecuencia de una crisis. Además, y ese es el núcleo de mi perspectiva, las teorías económicas e incluso los estudios sobre crimen organizado parten de un supuesto difícil de aceptar, sobre todo cuando estamos ante una crisis de envergadura, es decir, suponen un actor racional que se fija objetivos claros y los persigue. Para decirlo en criollo: la gente no tiene idea de cómo será la semana que viene. Es mucho más realista pensar en términos de “ends-in-view”, como test que los individuos hacen continuamente. Por último tu referencia a Hart. Creo importante distinguir entre informalidad e ilegalidad. Ambas están relacionadas pero son distinguibles ya que la última se refiere a los procesos de producción, comercialización o distribución explícitamente prohibidos y la primera es más bien la elusión de normas estatales con la finalidad de bajar costos (acá utilizo a Portes). No sé si he respondido tus inquietudes pero la podemos seguir con mucho gusto.
Gracias Matías, queda más claro, y no es que yo esté de acuerdo con los supuestos de la economía más tradicional sobre mercados negros pero quería saber como tu trabajo se relacionaba con este marco. Me queda claro también que te refieres especialmente a mercados que surgen después de crisis. ¿estás pensando en algunos casos específicos? Sobre sociología económica y otras disciplinas. Sin ser experto en la materia, suena convincente que la NSE no se ha preocupado mucho de estos temas. Sin embargo, no queda claro porque limitarse a la NSE como “otro generalizado”. Mi impresión es que para este tipo de asuntos la antropología suele ser mucho más fina. En este contexto, pensaba también en lo difícil que es separar un mercado ilegal situado en una situación social específica (post crisis) y las cadenas de producción y distribución que cruzan múltiples contextos. Parafraseando a Appadurai, uno podría decir que los bienes no solo pasan etapas de mercancía a don y vice versa en su vida social, sino que también de intercambios legal e ilegales.
Sobre la informalidad. Mi impresión es que quizás por lo mismo que señalaba antes, el trabajo etnográfico de gente como Hart es mucho más abierto a la tensión variable entre legal e informal, más que intentar separarlos analíticamente a la Portes. No se, nada muy claro por este lado, solo algunas inquietudes que me quedaron luego de tu excelente post, y que pensaba justo recién mientras revisaba el trabajo sobre la piratería de un estudiante del curso de sociología de los mercados que dicté hace unas semanas en Chile y que me acordó también de este post de A.Wilkis sobre la Salada en Argentina https://estudiosdelaeconomia.wordpress.com/2012/05/24/la-china-invisible/.
Hola Matías, gracias por el post!
Me quedó dando vuelta un tema metodológico relacionado con la “emergencia” de los mercados ileges que está muy presente en la investigación histórica y que tiene consecuencias teóricas importantes. ¿Cómo se establece el punto de partida de esa “emergencia”? Lo digo porque en el caso argentino uno pudiera pensar que lo que surge como consecuencia de la crisis de 2001 puede bien constituir una respuesta muy influenciada -quizás consecuencia directa?- por crisis similarmente potentes ocurridas en tiempos no muy lejanos (hiperinflación 75, crisis financiera 81-2, hiperinflación 89-90), en términos de memorias individuales y colectivas, estrategias pasadas exitosas y no exitosas, y la recombinación innovadora de todo esto. Ahi entonces me parece importante observar las condiciones que pudieran explicar el por qué ahora y no antes -que quizás se pudiera entender como una suerte de “acumulación” de condiciones favorables-, y especialmente -como tu subrayas- los mecanismos por medio de los cuales ese conjunto de prácticas que surgen logra estabilizarse.
saludos!