La desigualdad en la Araucanía, un tema para abordar desde la sociología económica

La reciente publicación de resultados oficiales de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica, CASEN 2011, ha generado una ácida polémica respecto a la significancia estadística de la reducción de la pobreza en el país. La caída dentro de los márgenes de error, además de los efectos del tratamiento de los subsidios y la incorporación de nuevas preguntas de ingreso, ha desatado una discusión nacional de proporciones. Pese a ello, esta encuesta continúa siendo una de las más completas técnicamente y un insumo inagotable para la investigación académica y para la toma de decisiones de las autoridades públicas. Por todo lo anterior, un análisis acabado de los resultados de la CASEN al interior de la Región de la Araucanía, ayudaría a la evaluación del funcionamiento de los mecanismos de desarrollo y distribución de recursos implementados en la zona. A la luz de este objetivo, el siguiente post presenta una discusión sobre la evolución de la pobreza y de la desigualdad desde la perspectiva de los ingresos, como insumo para discutir algunos puntos en donde la sociología económica podría aportar con sus reflexiones.

Algunos datos

Pobreza: En relación a la casen del 2009 existe una reducción significativa  de la pobreza de 4,2 puntos (por arriba del margen de error de 2,31), sin embargo la región sigue teniendo tenido niveles de pobreza por encima del porcentaje nacional.

Pobreza en población indígena: La reducción de la pobreza también tocó a la población indígena de la región. En efecto, los indicadores de pobreza disminuyeron casi 7 puntos entre los años 2009 y 2011: de 30,1% a 24,3%, respectivamente. Esta baja es mucho más importante que la observada en la población no indígena para el mismo periodo: 4 puntos (de 25,8% a 22,2%). Si sólo se considera a los pobres indigentes, la disminución de la pobreza también es mayor en la población indígena que en la no indígena, aunque, pese a los avances, dichos niveles siguen siendo mayores en el primer grupo.

Composición del Ingreso: Según datos del 2011, el ingreso del 10% de los hogares más pobres de la región depende en un 80% de los subsidios que otorga el Estado. Si bien este número es alto y demuestra una dependencia excesiva de los programas sociales, hay un avance significativo con relación al año 2009, donde el 95% de los ingresos de los hogares dependía de los subsidios. Este resultado es importante ya que podría reflejar que los deciles más pobres están dependiendo cada vez menos de la protección estatal para mejorar su condición y cada vez más de los ingresos que obtienen por sus propias actividades remuneradas.

Distribución del ingreso: La distribución del ingreso es un elemento central de toda discusión de desarrollo. No basta con mayor crecimiento ni con acciones para disminuir la pobreza. Por esta razón, se ha decido testear el comportamiento del ingreso a nivel de veintiles, quintiles e índice de Gini. Respecto a la distribución del ingreso autónomo por veintiles, se observa una gran diferencia entre los distintos grupos de hogares de la Región de la Araucanía. Si bien la pobreza ha disminuido, la desigualdad se ha ampliado. En efecto, en el 2011, el veintil más rico ha aumentado en promedio un 25% su nivel de ingreso en comparación al 2009. De hecho, el quintil V concentra casi el 60% de los ingresos en la región, alcanzando los niveles de concentración que ya tenía en 1990.

Finalmente, el coeficiente de Gini –indicador más estable de desigualdad- muestra que en comparación al 2009, en el año 2011 la región de la Araucanía aumentó de 0,55 a 0,57 (0 significa que no hay desigualdad, 1 presenta un alto grado de desigualdad). Estos datos corroboran que si bien la pobreza disminuyó, la distribución del ingreso empeoró en esta zona del país. De hecho, si se compara con Chile (0,54) el coeficiente de la región es mayor. Estos resultados nos muestran que le coeficiente de Gini es similar al de honduras.

 ¿Qué se puede concluir y discutir con estos datos?

Las percepciones sobre la desigualdad coinciden con los datos objetivos.

En nuestro país se percibe un alto grado de desigualdad. La percepción de la desigualdad  tiene que ver con la distancia que existe entre las expectativas que se generan los individuos en un contexto democrático y su situación real. Hay que señalar que una de las premisas de la democracia es que todos los ciudadanos somos iguales en derecho, en ese sentido, todos anhelamos a tener las mismas oportunidades, si dicha expectativa no se cumple se percibe desigualdad. Ahora bien, a diferencia de percepciones que la ciudadanía presenta sobre otros temas como son la delincuencia y la corrupción por ejemplo,  donde las percepciones son altas y los hechos de corrupción denunciados y la tasa de delincuencia medida presenta niveles moderadas o bajas,  en la desigualdad existe una correspondencia entre lo que se percibe y lo que nos señalan las cifras. Estamos en presencia de un problema que está internalizado en los sujetos y objetivado en la estructura social.

Distintas mediciones y estudios de organismos internacionales como el Banco Mundial,  la OCDE y de fundaciones en Chile como el caso de la Fundación Sol, nos han alertado del alto grado de desigualdad que existe en nuestro país, estos resultados van en la misma línea, pero nos muestra un aspecto relevante, la desigualdad se acentúa en la IX región. Estamos hablando de cifras muy potentes, ya que la IX región presenta un valor de Coeficiente de Gini similar al de Honduras. Existe una concentración de ingresos muy alta en el decil más rico y una dependencia excesiva de los subsidios que entrega el Estado del decil más pobre, lo cuál puede ser un potencial foco de clientelismo político.

A esto hay que agregar dos variables que son sumamente importantes al analizar la desigualdad y la pobreza, el componente rural y étnico de la IX región. En este mismo sentido, sería importante analizar el nivel de asociatividad y de redes de apoyo con las que se cuenta en la región que también son variables que debieran ser incorporadas para analizar la desigualdad.

Es decir, son cifras que por sí solas son muy expresivas, pero detrás de ellas existe una complejidad social mayor, no sólo existe desigualdad de ingreso, sino también existen diferencias en la distribución de las redes de apoyo, del capital cultural, del capital social, de las oportunidades de trabajo. Frente a estas cifras uno podría pensar que estamos  frente a una región que se comporta en términos de una sociedad estamentaria más que en términos de una sociedad democrática en su aspecto social.

Cuáles son las razones que explicarían este grado de desigualdad

Esta es una pregunta que se puede abordar desde distintas aristas, habrán quienes postularán que en la región existe muy bajo capital humano y por tanto la inserción en el mercado laboral se hace a través de puestos de trabajo subvalorados lo cual genera bajos ingresos.  Habrán otros investigadores que postularán que existe un problema estructural, de un modelo de desarrollo en donde el rol del mercado ha logrado una primacía y monopolio incontrarrestable, pero que no ha sido capaz de repartir de formar eficiente el beneficio social. La verdad es que uno debiera preguntarse qué modelo de desarrollo queremos para la región, qué grado de desigualdad somos capaces de tolerar, esas son preguntas que no se han hecho en la IX región y que tampoco se han planteado a nivel nacional y a nivel de investigación y es un desafío para la sociología económica.

La pregunta por el modelo de desarrollo

Qué modelo de desarrollo queremos, hacia donde queremos avanzar, hacia una mayor equidad o igualdad son preguntas que debiésemos ser capaces de discutir y reponder. Aunque suenan similar la equidad y la igualdad no son lo mismo, la equidad es un piso, es la partida de una carrera si usted quiere, la igualdad, es el techo, la meta. La igualdad tiene que ver con disminuir la distancia entre los grupos sociales, la equidad implica una igualdad al inicio, pero no garantiza reducir dicha desigualdad. La pregunta no es trivial, ya que siempre se pone como ejemplo a los países nórdicos como modelo de desarrollo y ese ha sido una discusión constante en los países latinoamericanos, cómo alcanzar un cierto modelo o patrón de desarrollo  que generalmente es europeo, y que no es una discusión nueva, ya que la pregunta por el desarrollo es la pregunta  por el tipo de  modernización que queremos alcanzar. Uno podría plantear por qué no discutir un modelo propio de desarrollo. Quizás habría que preguntarse qué sociedad queremos, y ahí buscar los mecanismos que nos permitan alcanzar esa imagen de sociedad que queremos construir.

Impuestos, políticas públicas, cuál es la receta

Para disminuir la desigualdad existen distintas fórmulas y recetas, no existe una sola, eso sí es importante considerar las particularidades económicas, políticas y culturas de cada país, para implementar las medidas adecuadas  y aquí la sociología económica debe jugar un rol central. El tema de subir los impuestos a las empresas y las personas de mayores recursos es una posibilidad, pero ojo, en el caso de Chile, quizás la pregunta previa es saber si efectivamente las empresas pagan los impuestos que tienen que pagar al igual que las personas de mayores recursos. Indudablemente si uno compara Chile con otros países, los impuestos que pagan las empresas que extraen recursos naturales es muy bajo, obviamente el sentido común plantean que estos debiesen ser más altos, pero esto no asegura  mayor equidad o igualdad, si usted tiene un Estado que malgasta los fondos recaudados la situación no mejora. Un tema relevante tiene que ver con la diferencia de ingresos en el mercado laboral, existe una gran desigualdad no sólo por el tipo de educación, sino también por género y en el caso de la IX región por etnia, y salvo cuando se discute el sueldo mínimo, el tema no acapara la discusión pública.

Por otra,  los subsidios son focalizados,  están dirigidos hacia los sectores más vulnerables de la sociedad. Esto se debe a que nuestro sistema de gestión de riesgos tiene un carácter eminentemente liberal, donde cada individuo debe velar por su protección social y gestionar sus riesgos como mejor pueda. Aquí debe existir una definición si son más eficientes para reducir la desigualdad las políticas públicas universales o las políticas públicas focalizadas. Y eso depende de la manera en que una sociedad quiera gestionar los riesgos, si quiere solo preocuparse por los riesgos intolerables, es decir, adoptará una perspectiva residual, si quiere gestionar todos los riesgos será universal.

A nuestro juicio, estas discusiones debiesen ser abordadas y discutidas interdisciplinariamente y donde las reflexiones de la sociología económica deben jugar un papel transcedental.

Emilio Moya. Texto preparado por CEP SUR, Departamento de Sociología y Ciencia Política, Universidad Católica de Temuco del cual soy coordinador.

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Comments

  • joseossandon  On November 29, 2012 at 5:26 am

    Hola Emilio, sin duda el tema que planteas es muy relevante y sería ideal mayor desarrollo de la sociología económica en esta área. Lo que no explicas, sin embargo, es ¿qué es lo que te imaginas podría hacer la sociología económica en este contexto? (que no hagan ya, los estudios de pobreza, trabajo, desarrollo, etc.). ¿Conoces estudios interesantes que estén avanzando en esa dirección?

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