Hace menos de un año, recién saliendo de un 2011 marcado por múltiples y masivas protestas, un post de este blog indicaba la discusión sobre post-neoliberalismo como un buen “punto de partida” para pensar las movilizaciones emergentes y más generalmente volver a una visión dinámica de la sociedad chilena. Después de un 2012 más tranquilo en cuanto a protestas, e iniciando un año marcado por las elecciones presidenciales y parlamentarias, es un momento adecuado para volver sobre las discusiones académicas que han agrupado distintos fenómenos bajo el término de post-neoliberalismo y plantear la pregunta sobre la pertenencia de Chile a dicha categoría. Este debate contingente hace eco a discusiones académicas, donde están en juego la definición del neoliberalismo y el nivel de análisis adecuado para abordarlo.
Una reseña hecha por Rovira de varios libros recientes permite familiarizarse con los distintos sentidos atribuidos al post-neoliberalismo (Rovira 2011). El autor propone distinguir entre lo atingente a la política (politics) y lo que releva de las políticas (policies). En lo primero, el post-neoliberalismo se asocia a dos fenómenos más o menos vinculados entre sí. En el plano electoral, se vincula con el llamado “giro a la izquierda”, es decir las victorias recurrentes en el continente durante la década de los 2000 de candidatos presidenciales “de izquierda”, con toda la diversidad que encubre el término. Fuera de la arena electoral, también se asocia a un conjunto de movilizaciones de actores sociales de diversa índole, todos animados por un fuerte sentimiento anti-neoliberal.
Sin embargo, las discusiones sobre post-neoliberalismo también indagan en las políticas, considerando la posible emergencia de un paradigma alternativo al neoliberalismo. Pero el contenido de este hipotético paradigma emergente todavía es confuso, porque todo lo que difiere del neoliberalismo ortodoxo, tal como se ha implementado en Chile a inicios de los años 1980, puede integrarse a esta categoría. Menos que una reorientación efectiva de las políticas, se trata hasta ahora de un cambio de narrativa, ilustrado por el resurgimiento del Estado como actor de los procesos económicos y sociales, en oposición a la narrativa anterior del neoliberalismo, donde el Estado se encontraba en retroceso frente al mercado (Panizza 2009). Bajo esta narrativa se encuentran agrupadas un conjunto muy amplio de políticas en los más variados ámbitos, desde los programas de transferencias condicionadas, implementados por gobiernos “de izquierda” aunque mantuvieran la focalización (Filgueira et al. 2012); hasta las nacionalizaciones de empresas, en particular en el ámbito de las industrias extractivas. El planteamiento más coherente en el sentido de un cambio de orientación ha sido la propuesta de un nuevo desarrollismo, pero más allá de lo discursivo, no está claro que esto instale una ruptura efectiva con el neoliberalismo.
El elemento común y fundamental de todos estos fenómenos es la idea que se habría iniciado una nueva época, donde el neoliberalismo ya no es un dogma indiscutido. La pluralidad de fenómenos asociados con esta idea de algo “posterior”, que se expresa en movilizaciones de actores, cambios electorales, políticas experimentales y renovadas discusiones académicas, es un reflejo de las múltiples definiciones de neoliberalismo. Desde esta perspectiva, ¿se ubica Chile en una situación de dejar atrás el neoliberalismo – o al menos en su umbral?
Antes de contestar la pregunta, vale la pena considerar puntos de vista críticos de la idea del final del neoliberalismo. Por ejemplo, lejos de América Latina, un libro reciente invita a reflexionar sobre “la extraña no-muerte” del neoliberalismo (Crouch 2011). Crítico de una visión centrada en lo “posterior” a algo que ya sería historia, Crouch pone de relieve la permanencia del fenómeno, considerado desde la perspectiva de la economía política. Lo “extraño” para el autor sería la capacidad de resistencia del neoliberalismo a la crisis financiera iniciada el año 2007, que según él debería haberlo descalificado como doctrina. Al contrario, constata que sigue muy presente, en la resolución misma de esta crisis. Más allá de la “sorpresa”, Crouch explica que la expectativa alimentada por la crisis de un final del neoliberalismo se debe a una confusión sobre la esencia misma del fenómeno neoliberal. En consecuencia, es necesario repensar su definición. El problema conceptual detectado por Crouch consiste en haber reducido la configuración de actores que caracterizaría la economía política del neoliberalismo a la oposición mercado-Estado, considerando que un avance de uno implica el retroceso de otro. A cambio, Crouch propone incorporar las firmas y la sociedad civil. Así, para él, el neoliberalismo real, como configuración política, no ha sido un avance del mercado como mecanismo de coordinación, sino la consagración de grandes firmas, en particular los bancos en el sector financiero. Si el neoliberalismo perdura en Europa y Estados-Unidos, es entonces porque las mismas firmas siguen siendo centrales.
Sin entrar aquí en el detalle de la argumentación de Crouch, la interrogación que plantea el título llama la atención sobre la resistencia del neoliberalismo, como configuración de economía política, lo que pone en duda la idea de un post-neoliberalismo. Recurriendo a herramientas conceptuales del neo-institucionalismo histórico para sintetizar esta discusión, en vez de seguir los autores que han intentado discernir una posible “coyuntura crítica” en eventos recientes, en algunos casos se revela más pertinente considerar la inercia típica de la dependencia al sendero (Pierson 2004). De esta manera, en el caso de Chile – entre otros – profundizar en la comprensión del fenómeno neoliberal parece más urgente que proyectar un eventual cambio de época. En lugar de un pensamiento de la sustitución de un fenómeno por otro – en este caso del neoliberalismo por un supuesto “post” – una alternativa analítica consiste en poner énfasis en la evolución interna del neoliberalismo. Para esto, un punto importante sería desagregar la complejidad del neoliberalismo, entre sus aspectos macro y micro.
En lo macro, Brooks y Kurtz han propuesto el concepto de “neoliberalismo incrustado” (embedded neoliberalism) como una forma de pensar el rol más activo del Estado, en particular la promoción de una política favorable a la oferta (supply side) destinada a las exportaciones. También se podrían considerar políticas sociales destinadas a hacer más sostenible el neoliberalismo (Brooks y Kurtz 2008). Pero también se requiere una aproximación que no se limite a la macro-economía. Una visión micro, a nivel de mercados, sugerida anteriormente en este blog, considera una posible fragmentación del proyecto general del neoliberalismo, que iría adquiriendo características distintas según los mercados. En esta línea parecen inscribirse varios trabajos en curso, demostrando que está lejos de agotarse la investigación sobre las formas adoptadas por el neoliberalismo, en Chile y otras partes.
Brooks, Sarah, and Marcus Kurtz. 2008. “Embedding Neoliberal Reform in Latin America.” World Politics 60 (January): 231–80.
Crouch, Colin. 2011. The Strange Non-Death of Neoliberalism. Cambridge: Polity.
Filgueira, Fernando, Luis Reygadas, Juan Pablo Luna, and Pablo Alegre. 2012. “Crisis De Incorporación En América Latina: Límites De La Modernización Conservadora.” Perfiles Latinoamericanos (40) (July): 31–58.
Panizza, Francisco. 2009. Contemporary Latin America: Development and Democracy Beyond the Washington Consensus. London: Zed Books.
Pierson, Paul. 2004. Politics in Time. History, Institutions, and Social Analysis. Princeton: Princeton University Press.
Rovira, Cristóbal. 2011. “Toward Post-neoliberalism in Latin America?” Latin American Research Review 46 (2): 225–234.
Comments
¡Muy buena síntesis de un importante debate! Un comentario. Sin duda que lo de Crouch resulta muy importante para pensar casos como Chile. Desde este punto de vista neoliberalismo sería una especie combinación de una política explícita (privatización de seguridad social etc) y una implícita (de aumento del consumo vía deuda privada y no del estado). Aunque parece haber al menos una gran diferencia. Para Crouch en lo que él denomina como “keynesianismo privado” el aumento de la deuda privada va de la mano de la extensión de las finanzas (vía securitización etc). Mientras que en Chile (y probablemente en otros países como México, Brasil o Argentina) la deuda privada parecería estar creciendo de la mano de otro tipo de actores como las casas comerciales que no dependen directamente del mercado financiero. Aunque cumplen un rol parecido (=en contexto de salarios estancados han sido los encargados de aumentar el nivel de consumo de los hogares vía deuda). Pero quizás uno podría decir que el keyensianismo privado dejó de ser una política implícita en Chile desde que se ha empezado a asumir los créditos privados (ie crédito con aval del estado) como política pública. slds, j.
Muy interesante el post, gracias. Comparto la atingencia para revisitar la pregunta por el post-neoliberalismo en Chile, considerando la menor efervescencia de los movimientos sociales en este momento. Dos preguntas/comentarios. Una, sobre la distinción entre políticas y narrativa neoliberal, se podría decir que lo paradigmático del caso chileno, hasta hace unos años, era la coherencia entre ambas: política neoliberales (compensadas) y narrativa neoliberal (lo que Lechner llamaba la naturalización del mercado). Pareciera que la reciente explosión de movimientos sociales, y el desplome en la confianza en las instituciones, socavaron la narrativa neoliberal. Pero no sus políticas. Y si bien el piso político parece haber cambiado – lo que para Mayol o Garretón indicaría un nuevo ciclo político – ese nuevo piso/ciclo aun no se traduce en cambios políticos (Nueva Constitución, nuevo rol del Estado, etc). Desde ese lugar, se podría decir que Chile sigue siendo caso ejemplar de la extraña no muerte del neoliberalismo (Crouch) y de un neoliberalismo incrustado (Kurtz). El cambio seria discursivo. Lo otro, sobre la necesidad de profundizar la comprensión y complejidad del fenómeno neoliberal que sugieres, quizás otra forma de interrogar el post-neoliberalismo en Chile es preguntarse por las otras dimensiones del proyecto neoliberal: restauración del poder de clase empresarial (Harvey), mecanismo de despolitización y gobernabilidad (Foucault), expansión de un ethos estructurante (Peck et al o el mismo Crouch) marcado por la lógica de las corporaciones y el new public management. Bajo ese prisma, el neoliberalismo – si bien desafiado – pareciera seguir con buena salud en Chile. Que dirías? Saludos, T
Gracias ambos por los comentarios.
Aunque pueda sonar frívolo, lo que más quería rescatar del libro de Crouch para este post era… su título. Me parece muy potente, para dar cuenta de lo que Tómas indica, y que comparto: políticas neoliberales muy sólidas, resistentes a las movilizaciones. Es difícil imaginar un cambio político que arrase con todas las políticas a la vez.
En este sentido, creo que sí, el neoliberalismo goza de buena salud, pero lo más interesante reside en las variaciones que se han instalado entre distintos mercados/sectores, donde el neoliberalismo adopta formas distintas. Ya no es el mismo neoliberalismo, se ha afinado, y se ha transformado de distintas maneras, en particular con la inserción de dispositivos como las licitaciones (no sólo en obras públicas o transporte público, pero también en pensiones o energía por ejemplo), o nuevas reglamentaciones (las garantías explícitas de salud, pero también la portabilidad numérica). Sobre esto trabajo para mi tesis doctoral… y espero tener más para mostrar al respecto en los próximos meses.
Sobre la “narrativa” neoliberal, y sus aspectos explícitos e implícitos, comparto que hace tiempo que la categoría quedó como un calificativo muy despreciativo (ver Boas y Gans-Morse 2009 para un análisis general de este fenómeno). Ahora bien, va a ser interesante ver qué narrativas proponen los candidatos durante la campaña presidencial, siempre propicia para storytelling no sólo individual, sino también para el país. Ya que ningún candidato se va a reclamar del neoliberalismo, ¿qué tipo de narrativas van a instalar? Queda por ver… Todo esto está muy en ciernes por ahora. ¿Aparecerán propuestas de cambio? Hay bastante expectativa en relación a cuál será el discurso de Michelle Bachelet, aunque en este remake de Esperando a Godot que está actuando, y con las encuestas por las nubes, es probable que el discurso sea poco preciso. Aun así, algunos en su coalición ya hablan de “moderar las expectativas”… lo que hace pensar que no habrá propuestas generales de revisión del funcionamiento de la economía (para no hablar de modelo).
También supongo que los movimientos sociales van a intentar irrumpir en la campaña, lo que puede hacer evolucionar estas narrativas.
Y en relación al keynesianismo privado, sí, es interesante el caso de Chile, en particular el hecho de que no aparece después del keynesianismo como en los casos estudiados por Crouch. Probablemente sea el límite de la comparación. Pero sobre las particularidades del crédito, creo que tendrás más que yo para decir José…
Hola Antoine, gracias por el post, muy interesante el debate! Mis intereses de investigación actuales andan precisamente por ese lado, especialmente en la dimensión clasista del proyecto neoliberal a la que alude Tomás -que me parece fundamental- y en la idea de encontrar los “mecanismos” por medio de los cuales ese proyecto de clase logra perpetuarse (muy en la onda de lo que intenta hacer Crouch y con harta influencia de los trabajos últimos en el ámbito de institucionalismo histórico que han escrito Kathy Thelen, Wolfgang Streeck y Jim Mahoney). Mi intuición es que dichos mecanismos van tanto por el lado de la politics (exclusión de actores políticos) como de las policies (disminución del margen de maniobra en la política económica). Lo que me parece interesante desde el punto de vista de la discusión que planteas -y que en mi caso se hace a través de un esfuerzo comparativo- es ver bajo qué condiciones dichos mecanismos pueden ser desplegados de manera efectiva y bajo qué condiciones ellos fallan o no se logran realizar. Saludos!
Por mi parte, el esfuerzo consiste en construir una tipología para hacer una comparación subnacional intersectorial, para poner de manifiesto distintos subtipos de neoliberalismo. Esta mirada permite dar cuenta de la relativa dislocación del proyecto neoliberal, en el sentido que tiene matices distintas según los sectores. O sea, si bien el proyecto inicial era unitario (incluso esto es discutible según los casos nacionales), de todas maneras, está filtrado por dinámicas sectoriales, que tienen que ver entre otras variables con el lugar del sector en la agenda política (ahí me salió el politólogo).
Es un trabajo en curso sobre el cual no me quiero explayar más antes de tenerlo más depurado, pero seguro tendremos la oportunidad de volver a discutirlo.
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