En no más de una década y por diversas vías y mecanismos, y en complejas articulaciones con otros discursos, prácticas y técnicas, la “felicidad” -tradicionalmente entendida como un tópico de la especulación filosófica o un atributo inasible de la experiencia singular de las personas (Binkley, 2011a)- se transformó en un nuevo eje de problematización e inteligibilidad de lo social, en un objeto de análisis, medición e intervención de la política pública, en un eje de la gestión de las organizaciones (Happy Manager), en un anhelo que orienta las acciones y decisiones de los sujetos y que modela el modo de relación con uno mismo. Para aquellos dedicados al análisis de los discursos que permean y configuran la vida económica y de las organizaciones en la sociedad contemporánea, la irrupción de la felicidad y su arraigo en diferentes organismos e instancias –universidades, ministerios, consultoras, organismos internacionales, medios masivos de comunicación, empresas, etc.-, constituye una temática de creciente interés.
I
El discurso sobre la felicidad- que instituye nuevas verdades sobre la felicidad, la posibilidad de ejercitarnos para acceder a ella y sus múltiples beneficios (salud, longevidad, productividad, bienestar familiar, beneficios empresariales)- se ha propagado y ha obtenido su legitimidad científica al alero de la Psicología Positiva (Fernández-Ríos & Novos, 2012; Seligman, 2002, 2003). Esta subdisciplina -desarrollada desde fines de los años 90 por Martin Seligman y fuertemente promovida desde la American Psychological Association (APA) de la cual Seligman fue presidente el año 1998- asume como objetivo, justamente, el estudio de las emociones y rasgos positivos que contribuyen al bienestar y a la felicidad de las personas (Lyubomirsky, 2007; Seligman, 2002, 2003).
A nivel global, la consolidación en la Universidad de Harvard, de Pennsylvania y East London de programas dedicados a la Psicología Positiva, la propagación de cursos y diplomados en esa subdisciplina en las Facultades de psicología a nivel mundial, la elaboración de un Handbook sobre Psicología Positiva (Snyder & López, 2002), el funcionamiento de una conferencia internacional sobre el área, la creación de fondos de investigación dedicados específicamente a la Psicología Positiva, la difusión en las revistas de psicología más importantes de Número Especiales dedicados a esta emergente subdisciplina, la propagación de diversos libros de autoayuda basados en los hallazgos de la psicología positiva, la creación de una aplicación (Mappines) en el Iphone que permite llevar un auto-reporte diario de nuestra felicidad, las propuestas asumidas con entusiasmo por diversos gobiernos de crear un índice de crecimiento de la felicidad de los países (Layard, 2005), la creación por la ONU de un día mundial de la felicidad celebrado por primera vez el 20 de marzo de este año, la celebrada moda del reino de Bután y su índice de la Felicidad Interior Bruta de sus habitantes, la creación del Instituto de la Felicidad Coca-Cola que desde el año 2007 mide los niveles de felicidad en distintos países de Europa, entre muchos otros ejemplos, permiten ilustrar la fuerza y rapidez con que en menos de 10 años la psicología positiva y su discurso sobre la felicidad se extendió y consolidó en el mundo científico y profesional de los psicólogos, en el espacio de las políticas públicas y también en la cultura popular (Binkley, 2011a).
Para el caso local de Chile, la recepción de la psicología positiva y del discurso sobre la felicidad se ha producido especialmente en el ámbito de la salud mental, por un lado, y del mundo de las empresas y de la gestión de los recursos humanos, por otro lado. Así, la expansión de talleres de promoción del bienestar y la salud mental, la noción de “felicidad organizacional” o de “gestión de la felicidad en la empresa” que empieza a circular en programas de MBA y en grandes organizaciones, y el desarrollo desde el 2011 de encuestas de medición de la felicidad de los chilenos, son expresiones de esta progresiva expansión del discurso de la felicidad en nuestro país. Más específicamente aún, podemos mencionar, a modo de ejemplo de lo anterior, la creación por parte de psiquiatras y psicólogos del “Instituto del Bienestar: Promoviendo las relaciones saludables y la felicidad” (http://www.institutodelbienestar.cl), que desde el año 2011 organiza diversos y masivos seminarios sobre el tema (Seminario compartiendo Felicidades, Encuentro Felicidad, entre otros); la creación del Instituto de la Felicidad Coca-Cola-Chile que lanzó el 2011 el primer barómetro de la felicidad en Chile (http://www.institutodelafelicidadcoca-cola.cl/); la publicitada creación el 2006 en el Banco Estado-Microempresas de la subgerencia de gestión de felicidad y la creación el 2012, en esa misma organización, de la gerencia de felicidad que reemplazó a la gerencia de recursos humanos; el desarrollo del curso Felicidad Organizacional certificado por la Escuela de Psicología de la Universidad Adolfo Ibáñez; el surgimiento de consultaras como VE que orientan su trabajo explícitamente desde los aportes de la psicología positiva y desde la noción de felicidad en el trabajo (http://www.espaciove.com).
Permítasenos cerrar esta primera parte de este post con tres citas que permiten aproximarnos un poco más al nuevo saber sobre la felicidad que, apelando a la evidencia de numerosos estudios empíricos y con una fuerte orientación hacia la intervención sobre los modos de pensar y los estados emocionales de las personas, nos entrega la psicología positiva.
La primera cita proviene del capítulo ¿Por qué molestarse en ser feliz? del libro “La Auténtica Felicidad” de Martín Seligman que fue publicado en inglés el año 2000 y que puede considerarse el texto fundador de la Psicología Positiva:
Así, el humor negativo y frío activa una forma de pensamiento tipo zafarrancho de combate: el orden del día consiste en centrarnos en lo malo para luego eliminarlo. Por el contrario, el estado anímico positivo mueve a las personas a adoptar una forma de pensar creativa, tolerante, constructiva, generosa, relajada y lateral. Este estilo de pensamiento tiene por objeto resaltar lo que está bien no lo que está mal. No cambia de curso para detectar errores, sino que se afina para hallar virtudes (…) [por otro lado] existe una prueba clara de que la emoción positiva predice el estado de salud y la longevidad (…) los investigadores descubrieron que las personas felices tenían la mitad de posibilidades de morir o quedar incapacitadas. El estado emocional positivo también protege a las personas de los estragos del envejecimiento (…) Además las personas felices tienen mejores hábitos de salud, una menor tensión arterial y un sistema inmunológico más fuerte que las personas menos felices (…) no debería sorprender que las personas más felices estén notablemente más satisfechas con su trabajo que las menos felices (…) cuanto mayor es la felicidad se registra más productividad y mayores ingresos
La segunda cita corresponde al Módulo 1: “La decisión de vivir feliz”, del curso Felicidad Organizacional certificado por la Universidad Adolfo Ibáñez y publicado por el diario La Tercera el 20 de julio de 2013.
¿Qué quiere hacer?, ¿ser feliz o seguir esperando que alguien o alguna circunstancia te haga feliz? Si esperas eso, la ciencia te asegura que serás infeliz. Es hora de cambiar y tomar tu felicidad en tus propias manos.
La tercera y última cita proviene del capítulo “The Promise of Sustainable Happiness”, de Julia K. Boehm y Sonja Lyubomirsky, publicado en la segunda edición del “Handbook of Positive Psychology” (2nd ed.) de Oxford University Press.
This chapter discusses why some people are happier than others, focusing on the distinctive ways that happy and unhappy individuals construe themselves and others, respond to social comparisons, make decisions, and self-reflect. We suggest that, despite several barriers to increased well-being, less happy people can strive successfully to be happier by learning a variety of effortful strategies and practicing them with determination and commitment (…) Such activities, which include committing acts of kindness, expressing gratitude oroptimism, and savoring joyful life events, represent the most promising route to sustaining enhanced happiness.
II
Es en el marco recién descrito que con mi colega Rodrigo de La Fabián nos hemos propuesto desarrollar una línea de investigación orientada a analizar desde la perspectiva de los Estudios de la Gubernamentalidad el despliegue del discurso de la felicidad en la sociedad contemporánea, primero en términos generales y, posteriormente, indagando en algún campo específico (por ejemplo la expansión del discurso de la felicidad en el área de la gestión de recursos humanos) dentro de la sociedad chilena. Siguiendo muy de cerca el trabajo de Sam Binkley (2011a) la hipótesis que orienta nuestra indagación es que el nuevo discurso de la felicidad participa (lo que no significa que se reduzca a) de lo que ha sido denominado como la racionalidad de gobierno neoliberal o de liberalismo avanzado (Castro-Gómez, 2010; Rose, 2003). Esto es, el nuevo saber sobre la felicidad participa y es parte de un conjunto de prácticas que buscan conducir la conducta de los individuos y regular su campo de acciones a partir del establecimiento de un particular modo de relación del sujeto consigo mismo, basado en la adopción de ciertos valores, creencias, aspiraciones y anhelos que orientan el ejercicio de su libertad y que son consistentes con ciertos objetivos y metas propios de la racionalidad política neoliberal (Dean, 2008; Du Gay, 2000).
Nuestro interés radica entonces en estudiar el modo en que el discurso sobre la felicidad opera como un específico juego de verdad, que participa de un conjunto de prácticas insertas en ciertas relaciones/ensamblajes de poder o racionalidades de gobierno, y que contribuye de este modo a la producción de particulares modos de ser sujeto -esto es, de sujección y subjetivación (Butler, 1997)- en la sociedad contemporánea. Al respecto, la hipótesis de Sam Binkley (2011 a, b) que orienta nuestro trabajo es que los saberes y técnicas desplegados en torno a la felicidad por la psicología positiva constituyen una tecnología de gobierno –esto es, un montaje o ensamblaje híbrido de instrumentos, técnicas, conocimientos y espacios estructurado por una singular racionalidad práctica orientada a ciertos objetivos (Rose, 2003)- que participa activamente de la producción de un nuevo tipo de subjetividad propia del horizonte neoliberal, tardomoderno o de liberalismo avanzado. Como ha sido ampliamente descrito, se trata de un sujeto fuertemente individualizado, emprendedor, responsable de su destino, que vive expuesto al riesgo y que debe ser capaz de reinventarse permanentemente, que debe autoregularse y gestionarse a si mismo en los distintos mercados en los que participa, que valora y depende fuertemente de la satisfacción emocional vía el consumo de bienes, servicios y experiencias, que rehúsa y desconfía de las jerarquías y autoridades institucionales afirmando siempre el valor de la libertad y la autorrealización personal, que se orienta por la búsqueda estratégica de desarrollarse a si mismo, ampliar sus competencias y cualidades -entendidas como capital humano- de modo de diferenciarse, encontrar nichos de oportunidad y destacarse en un espacio social marcado por la competencia continua con distintos actores (Bibkley, 2011 a, b; Du Gay, 2000; Rose, 2003). Este “empresario de si” que afirma su libertad de elección y se orienta por el deseo de “conducir su propia existencia como un proyecto para la maximización de la calidad de vida” (Rose, 2003, p. 244) sería la expresión de la paradoja de la racionalidad política del neoliberalismo que gobierna a través del debilitamiento de los mecanismos punitivos y disciplinarios y de la producción y afirmación de la “libertad” de elección de cada individuo (Burchel, 1996).
Desde la perspectiva asumida de una “analítica de la gubernamentalidad”, no se trata, por cierto, de interrogar el discurso sobre la felicidad de la psicología positiva en términos de su verdad o falsedad, de su carácter científico o ideológico, de la consistencia de su fundamentación empírica, de su mayor o menor alcance explicativo en comparación a otros paradigmas psicológicos –todo lo cual por cierto sería también una tarea legitima y necesaria, y posible de acometer desde otras perspectivas teóricas- sino de explorar las articulaciones entre ciertos juegos de verdad que se presentan como legítimos, ciertos ensamblajes de poder o modos de regulación de la conducta y particulares modalidades de constituirse como sujeto en relación a esos singulares e históricos campos de saber/poder. Las interrogantes que debieran orientar una exploración como ésta son:
- ¿Desde cuándo, dónde y cómo la pregunta por la felicidad/infelicidad de las personas se fue configurando como un tema de preocupación y de problematización en el espacio público y la vida social, generando una nueva clave de inteligibilidad (distinta por ejemplo a la de normal/anormal) que caracteriza y distingue a los seres humanos de un particular modo y que configura discursivamente una nueva problemática que exige una gestión y manejo desde las instituciones y desde los propios sujetos?
- ¿Qué técnicas, programas, prescripciones, instrumentos de medición, intervención y gestión de los sujetos –anclados en qué espacios e instituciones- se han ido desarrollando en la última década para modelar –desde fuera pero también y especialmente a partir de la promoción de un particular tipo de relación de cada sujeto consigo mismo- las conductas, pensamientos y sentimientos de los individuos, todo ello en aquella dirección establecida como deseable por la psicología positiva y los nuevos conocimientos sobre la felicidad?
- ¿Cuáles son los sujetos e instituciones que aparecen como autoridades que pueden enunciar la nueva verdad sobre la felicidad (terapeutas, académicos, etc.), cuáles son las fuentes de legitimidad de dichas autoridades y cuál es el modo de relación que establecen y proponen con los legos quienes aceptan y se someten a su autoridad?
- ¿Qué nuevos modelos, ideales de sujeto o anhelos de existencia establece el discurso sobre la felicidad de la psicología positiva, es decir, cuál es el telos que debe orientar como propósito principal la vida del sujeto y el trabajo que éste hace sobre si mismo?
- ¿Cuáles son las conexiones que es posible identificar entre el tipo de subjetividad que favorece el discurso de la felicidad y los objetivos políticos, sociales, morales más amplios (desregulación, privatización, mercantilización, apertura a mercados globales, reducción del Estado Social, promoción de un nuevo Estado competitivo y emprendedor, etc.) propios de la racionalidad política del neoliberalismo o el liberalismo avanzado?.
Puede ser útil, en este punto, revisar –teniendo en mente las interrogante recién planteadas- el siguiente párrafo que es parte de los textos de presentación al Primer Barómetro de la Felicidad en Chile, 2011, del Instituto de la Felicidad Coca-Cola.
Uno de los grandes hallazgos de la Psicología Positiva ha sido descubrir que las personas más felices viven más, gozan de mejor salud, son más productivas, obtienen mejores resultados, disfrutan de mejores relaciones y son más generosas. Este descubrimiento, que va contra nuestras creencias habituales, se puede expresar de la siguiente manera: ocúpate primero de ser feliz y todo lo demás vendrá por añadidura (…) un 40% de la felicidad está en nuestras propias manos, ya que depende de actividades que hacemos o dejamos de hacer y del tipo de pensamientos que cobijamos en nuestra mente. Por ello, el gran desafío –y parte importante del esfuerzo de la Psicología Positiva- apunta hoy a descubrir qué estrategias y herramientas cognitivas y conductuales son las que ejercen mayor impacto en el nivel de felicidad de las personas y traspasarlas a la comunidad a través de programas educativos y de entrenamiento, para incrementar los niveles de emociones positivas tanto en los individuos, como en los equipos y las comunidades.” (Ibañez, 2011, p.11-12, el subrayado es nuestro).
Volviendo al hilo argumental central, es posible señalar que el conjunto de preguntas recién formuladas sobre las problematizaciones, tecnologías, autoridades, teleologías y estrategias configuran el campo de investigación sobre el discurso de la felicidad desde la perspectiva de la gubernamentalidad que nos proponemos abordar durante los próximos meses (O´Malley, 2007; Rose, 2003). Perspectiva, sobra decirlo, que está orientada por el interés crítico de diagnosticar nuestro presente, visibilizar genealógicamente algunas de las fuerzas que lo configuran y desnaturalizarlo, de modo de imaginar otras formas posibles de existencia más allá de los límites impuestos por las contemporáneas formas de gubernamentalidad. Como señala Foucault (2006) en su texto ¿Qué es la Crítica?:
Si la gubernamentalización es este movimiento por el cual se trataba, en la realidad misma de una práctica social, de sujetar a los individuos [de producirlos como un particular tipo de sujeto] a través de unos mecanismos de poder que invocan una verdad, pues bien, yo diría que la crítica es el movimiento por el cual el sujeto se atribuye el derecho de interrogar a la verdad acerca de sus efectos de poder y al poder acerca de sus discursos de verdad (p.11)
III
Permítasenos terminar este post con tres breves consideraciones de distinta índole que permitirán al lector tener mayor claridad sobre la línea de investigación que estamos buscando desarrollar.
1. En primer lugar, es importante señalar que la línea de investigación propuesta se inscribe en una amplia tradición de las Ciencias Sociales orientadas a interrogar críticamente el despliegue en las sociedades modernas –con especial fuerza a partir de los años de 1930- de lo que ha sido denominado como un ethos o una cultura terapéutica o psicológica. Imaginario que más allá de las Escuelas de psicología y de las consultas de los psicoterapeutas, permea la cultura popular de las sociedades modernas y opera como un referente simbólico importante a partir del cual los individuos se piensan a si mismos, se relacionan con los otros, y orientan sus acciones en el espacio de la familia y el trabajo (Illouz, 2010; Rose, 1998). En ese sentido, el desafío de la investigación propuesta es, por un lado, inscribir y analizar el reciente surgimiento y desarrollo de la psicología positiva y su discurso sobre la felicidad como parte de un movimiento histórico-cultural mayor de psicologización y terapización de los sujetos, las instituciones y los diversos ámbitos de la vida social moderna. Al mismo tiempo, que, por otro lado, se procura reconocer la especificidad del discurso sobre la felicidad respecto a otros discursos psicológicos/terapéuticos –por ejemplo el psicoanálisis o la psicología humanista- que fueron hegemónicos bajo el modelo de regulación fordista-keynesiano que caracterizó a las sociedades moderna entre 1930 y 1980 (Wagner, 1997). Es decir, se trata de reconocer tanto las filiaciones y continuidades entre el actual discurso sobre la felicidad y otros discursos psicológicos que fueron hegemónicos en la cultura popular a lo largo del siglo XX, como dar cuenta de las discontinuidades y rupturas entre ambas configuraciones discursivas. Discontinuidades y rupturas que deben ser leídas a la luz del tránsito desde una fase de la modernidad (modernidad sólida o industrial), vinculada al modelo de desarrollo capitalista fordista-keynesiano, a una nueva fase de las sociedades modernas (modernidad tardía o líquida), vinculada a un nuevo régimen de acumulación capitalista flexible, global, en red e informacional, y a un nuevo modo de regulación sociopolítica neoliberal o de liberalismo avanzado. Sólo a modo de ejemplo y de pista de este contrapunto entre dos visiones de sujeto psicológico en dos momentos o fases del devenir de las sociedades modernas, es posible señalar lo siguiente: uno de los hallazgos más destacados por la psicología positiva es que los individuos más felices se caracterizan –notar la diferencia con la sensibilidad psicoanalítica y con la noción romántica de que la tarea de un sujeto es conocer y ser fiel a la verdad oculta y profunda de si mismo- por no reflexionar excesivamente sobre si mismos, ni vivir pensando que las vivencias de su pasado condicionan su bienestar presente. Como señala Boehm & Lyubomirsky (2002)
Happy people are much less likely than their unhappier peers to excessively self-reflect and dwell upon themselves. (…) These findings suggest that unhappy people engage in negative (and maladaptive) dwelling more so than do happy people, and their excessive dwelling not only makes them feel bad, but brings about significant detrimental outcomes.
2. En segundo lugar, es importante señalar que la propuesta investigativa que presentamos no asume que el discurso de la felicidad sea el único o el principal discurso operando en los procesos de subjetivación contemporáneos, y mucho menos en el caso de las sociedades de América Latina. Si algo caracteriza la perspectiva de los estudios de la gubernamentalidad es reconocer la heterogeneidad de los discursos que circulan en los diversos espacios, e incluso la multiplicidad de racionalidades de gobierno que pueden estar operando simultáneamente en distintos campos sociales (O´Malley, 2007). Nuestro objetivo, alejado de cualquier pretensión de describir de un modo totalizante las formas de subjetivación contemporánea, dice relación con analizar detalladamente –en un ámbito específico de la sociedad chilena- el modo como opera y los efectos de verdad de las prácticas discursivas vinculadas al saber de la psicología positiva sobre la felicidad. Operatoria y efectos de verdad que por cierto están condicionados y llevan las marcas de clase, género y generación de los sujetos que hablan y actúan desde el lugar de la autoridad y de los sujetos que son interpelados e intervenidos por el nuevo saber sobre la felicidad. De este modo, esperamos contribuir, a través del análisis de un discurso específico en un contexto singular, a la tarea compleja y necesariamente colectiva de ampliar progresivamente nuestra comprensión sobre los procesos de construcción de subjetividad en el Chile actual. En pos de esa tarea, será indispensable, por cierto, reconocer el modo en que el discurso de la felicidad se articula y potencia con otros discursos similares (por ejemplo aquel relativo a la calidad de vida), y/o entra en tensión con otros discursos provenientes de otros ámbitos o esferas de la sociedad chilena (por ejemplo el discurso sobre el fatalismo latinoamericano, o el discurso sobre la importante de la asociatividad y los colectivos en la búsqueda del bien común, etc.). O incluso el modo en que el mismo discurso de la felicidad puede ser movilizado en ciertos contextos y por ciertos sujetos para establecer una crítica a la misma racionalidad de gobierno neoliberal, afirmando, por ejemplo, que la auténtica felicidad supone una distancia de la mercantilización del mundo y del placer hedonista y pasajero del consumo. Asimismo, será importante reconocer y atender a las dinámicas de resistencia presentes en todo proceso de gobierno, las cuales pueden ser leídas, siguiendo a De Certau (1996), como prácticas o tácticas locales que subvierten, resisten y/o resignifican algunas de las líneas de fuerza de una particular racionalidad política y tecnología de gobierno, abriendo eventualmente posibilidades de subjetivación alternativas. Por último, y reconociendo los aportes de una sociología de la cultura inspirada por el pragmatismo, será importante –aunque pueda parecer contradictorio con un enfoque basado en la gubernamentalidad- preguntarse también, como señala Eva Illouz (2010), por los usos y apropiaciones que hacen los sujetos de ciertas ideas y significados relativos a la felicidad, y por el modo como éstos se propagan y resultan exitosos en la medida que funcionan cotidianamente y contribuyen a que los sujetos gestionen satisfactoriamente algunos de los múltiplos desafíos a los que los confronta la crecientemente diferenciada, compleja e individualizada vida moderna.
3. Por último, cabe señalar que el recorte analítico y el foco en el discurso sobre la felicidad de la psicología positiva, si bien es sin duda pertinente mirado desde el campo de la producción y las prácticas profesionales de la disciplina psicológica, podría no serlo desde una perspectiva mayor centrada en la cultura contemporánea. Desde dicha mirada, posiblemente, el recorte analítico debiera configurarse en torno a una categoría algo más amplia que incluyera toda una gama de discursos, científicamente fundados y fuertemente institucionalizados, sobre el bienestar, la calidad de vida, la autorrealización y la misma felicidad, los cuales comparten muchos aspectos y componen hoy en día una configuración discursiva de alta relevancia en las sociedades contemporáneas (Vale la pena recordar al respecto el último Informe de Desarrollo Humano del PNUD-Chile, 2012, titulado: Bienestar subjetivo: el desafío de repensar el desarrollo). Sin embargo y sin desconocer lo anterior, por razones de tiempo y recursos, y considerando la propia relevancia para el campo de la psicología, la propuesta de investigación que hemos delineado se focalizará exclusivamente en el discurso sobre la felicidad de la psicología positiva, lo cual, por cierto, como ya fue señalado, requerirá indagar en sus articulaciones con otros discursos afines o contradictorios. Asimismo, cabe señalar que la investigación propuesta en ningún caso destaca por su originalidad. En términos amplios, la problematización y el análisis crítico (marxista, foucaultiano, existencialista, weberiano, frankfurtiano, etc.) del discurso y las prácticas del saber psicológico, y sus efectos en los sujetos y en las dinámicas de producción y reproducción de las sociedades capitalistas, constituye uno de los temas clásicos de la Teoría Social Crítica. En términos más específicos, cabe señalar que en la última década se han producido una gran cantidad de textos críticos sobre la psicología positiva y su discurso de la felicidad. Siguiendo la reseña de Binkley (2001a) es posible destacar al respecto el libro de Barbara Ehrencreich (2009) “Bright-Sided: How the relentless promotion of Positive Thinking Has Undermined America”, donde la autora desde una posición de izquierda muestra ciertas afinidades entre el discurso de la psicología positiva –despolitización, individualismo, mantención del estatus quo- y la agenda política neoconservadora de la era Bush. También es importante el libro de Eric Wilson (2008), “Against Happiness: In praise of Melancholy”, autor que desde una perspectiva romántica y humanista crítica el empobrecimiento de la experiencia humana que supondría asumir la descripción de la existencia hecha por la psicología positiva. Es posible mencionar también el texto de Ariel Gore (2010) “Bluebird: Women and the New Psychology of Happiness” quien lleva a cabo una crítica desde la teoría feminista a la noción de bienestar que instala la psicología positiva. Por último, podemos mencionar el importante libro de Sara Ahmed (2010) “The Promise of Happiness” donde analiza la importancia de la felicidad como texto cultural y sus implicancias en la lógicas contemporáneas de diferenciación y categorización social. Esta producción crítica es también rastreable en Chile donde desde planos muy distintos autores como Agustín Squella y el psicólogo Fernando Contreras han problematizado –en términos ético-políticos- la expansión de la noción de felicidad como clave de inteligibilidad de la esfera pública y la vida social, y de la actuación profesional de los psicólogos. La propuesta de investigación que hemos presentamos se inscribe en esas tradiciones, antiguas y recientes, de interrogación crítica sobre los efectos del saber psi en las sociedades modernas.
Bibliografía
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Comments
Realmente muy interesante. Una referencia que te puede servir -desde la economía política- es:
http://newleftreview.org/II/71/william-davies-the-political-economy-of-unhappiness
Estimado Juan: Muchas gracias por la referencia. No conocía el artículo. Muy interesante la articulación entre bienestar/felicidad, nuevo capitalismo y re-diseño de las políticas públicas de los sistemas de salud, y más en particular de los sistemas de salud ocupacional. Interesante también la reflexión final sobre el potencial crítico del ill-being. Leyendo el artículo he pensado en una cierta polaridad en el campo intelectual-político chileno entre la prescripción de la felicidad, por un lado, y el diagnóstico recurrente del malestar de la modernización, por otro lado. A modo de ilustración pienso, en un polo, en la Escuela de Psicología de la U. Adolfo Ibáñez y su apuesta por el desarrollo de la Psicología Positiva y el discurso de la felicidad; y, en el otro polo, el interesantísimo programa sobre Malestar en la sociedad chilena coordinado desde la FACSO de la U de Chile por Roberto Aceituno. ¿Qué se configura en ese espacio entre la prescripción de la felicidad y el diagnóstico del malestar? ¿son dos polos opuestos o participan más bien de la configuración de un único y nuevo campo cultural donde la tensión felicidad/malestar reemplaza a la de normal/anormal? Pienso que esa pregunta puede dar pie a una pista o hipótesis de trabajo, saludos, Antonio Stecher
Sin duda suena muy bien el proyecto. Claramente conecta bien governmentality y el uso de psicología aplicada en las organizaciónes. Quizás un poco como lo que hicieron Miller & Rose sobre marketing y psicoanálisis en los 60s en UK. Algo así como la performatividad económica de la psicología.
Lo que me queda menos claro es si el tema de la felicidad se ha quedado en construir esta especie de circuito cultural propio (programas de estudios, instituto coca cola etc) o si ya también se utiliza en organizaciones. ¿Has encontrado algo de esto en tus estudios del retail Antonio? Y en ese caso, en ¿que nivel de las empresas funcionaría? Viaja junto a psicologos y recursos humanos? Lo que quizás se pueda conectar con una pregunta más amplia con el nicho particular de la psicología en las organizaciones en Chile, ¿no?
Gracias José, tomo nota de la importancia de trabajar mejor lo que sería la performatividad económica de la psicología positiva y su discurso sobre la felicidad; es decir, cómo produce ciertos efectos y se engrana y participa de ciertas racionalidades y lógicas administrativas y productivas en las grandes organizaciones y empresas de la sociedad contemporánea. ¿Por qué el discurso de la felicidad y el bienestar se instala desde las mismas gerencias y desde los medios masivos de comunicación como un referente simbólico importante en/para los espacios laborales y organizacionales? ¿Más allá del discurso (entendido en un sentido restringido), a qué prácticas y técnicas de gestión específica se asocia? Mi impresión, más bien intuitiva, es que en Chile el discurso de la felicidad está operando fundamentalmente en el plano del circuito cultural que señalas, y ha tenido, aún, pocas “bajadas” a nivel de las organizaciones. Esas bajadas, que parecieran ser aún escasas, parecen, a su vez, quedarse, al menos desde el análisis de la industria del retail, en el plano de la retórica y la declaración de ciertos objetivos (“lograr colaboradores felices”), más que dar lugar a innovaciones organizativas a nivel de la gestión de los recursos humanos. Tu referencia al clásico trabajo de Miller & Rose, me ha hecho pensar en lo interesante que sería estudiar en Chile “la psicología” con la que operan las agencias de publicidad. ¿Habrá un desplazamiento desde un “sentido común más psicoanalítico” orientado a “los deseos profundos y ocultos” de los consumidores, hacia un “sentido común de la psicología positiva” orientado hacia la promoción de las emociones positivas a través de ciertas técnicas de re-entrenamiento de los patrones cognitivos de interpretación del mundo (Pienso en la última campaña de NescaFE)? Este tema de las continuidades y discontinuidades al interior de la cultura terapéutica o “psi” propia de las sociedades modernas, y el modo como las mismas se articulan con las continuidades y re-estructuraciones del capitalismo, me parece un tema importante, saludos, Antonio Stecher
Gracias Antonio, y si suena muy bien la conexión con las agencias de publicidad. Probablemente Tomás Ariztía sabe más sobre el rol que estaría cumpliendo la psicología en la publicidad en Chile hoy. Más generalmente, ¿has visto ese documental The Century of the Self? Un muy buen documental sobre psicología en particular psicoanalisis en la publicidad de mediados del siglo XX. http://vimeo.com/61857758
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