El siguiente comentario esta basado tanto en mi tesis doctoral como en otros proyectos de investigación en los que estoy involucrada y que utilizan la controversia generada alrededor del IPC en Argentina como un caso de estudio interdisciplinario. La controversia alrededor del IPC permite, entre otras cosas, examinar los grados de representatividad entre el datos y el/los objeto/s al que refiere/n y que resultan necesarios para la producción de indicadores estadísticos públicos legítimos. Espero con mi breve y limitado comentario contribuir positivamente a la discusión generada por Nicholas D’Avella meses atrás en Estudios de la Economía y poder seguir de este modo intercambiando ideas con investigadores interesados en el tema.
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El 5 de Febrero del 2007 el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) en Argentina publicó un comunicado de prensa. En dicho comunicado se hacía público el Índice de Precios al Consumidor para Enero de 2007:
El nivel general del Índice de Precios al Consumidor (IPC) para Capital Federal y los partidos que integran el Gran Buenos Aires registró en Enero una variación del 1.1% con relación al mes anterior y de 9.7% con respecto a igual mes del año anterior (Fiscalía de Investigaciones Administrativas [FIA], Pedido de Indagatoria, 99)
A partir de dicha publicación, el IPC y sus variaciones porcentuales han estado en el centro de una controversia técnica, legal y política tanto a nivel nacional como internacional. La validez y legitimidad del IPC ha sido cuestionada por una serie de actores pero también por la proliferación de medidas ‘alternativas’ de inflación, principalmente provenientes del sector privado. Describir y mapear la controversia, sus giros y excentricidades en su totalidad es sin dudas un proyecto interesante y ambicioso. Tal ejercicio es también un desafío para cualquier investigador social interesado en documentar las transformaciones en la producción de conocimiento económico que Nicholas mencionaba meses atrás en su post. Si bien la controversia alrededor del IPC Argentino es multifacética, gran parte de ella ha girado entorno a denunciar la falsedad del IPC por parte de distintos actores sociales. Dichas denuncias han sido acompañadas por un copioso despliegue de distintos mecanismos de calculo, Índices alternativos, ejercicios econométricos, pericias forenses, etc., que tuvieron y tienen como objetivo determinar de manera objetiva la supuesta distorsionada representación de la inflación real que el Índice oficial arroja mensualmente desde la llamada intervención al INDEC en el año 2006. Como Alain Desrosieres (2001) señala, la referencia a lo real es un lugar común entre usuarios y productores de estadísticas públicas. En general, la realidad a la que las estadísticas refieren es tomada como evidente y ajena a los instrumentos de medida: las estadísticas deben “reflejar” la realidad o “aproximarse” a la realidad de la manera mas cercana posible.
Puesto de esta manera, lo que el caso del IPC Argentino ofrece (mas allá del interesantísimo sinfín de debates macro acerca del activismo político en pos de la estadística publica que ha suscitado la intervención del INDEC en todas sus facetas) es un sinfín de preguntas acerca de la ontología y epistemología del dato público: ¿Qué es un dato falso? ¿Cómo se manipula un dato? ¿De qué manera un dato debe referir o señalar a sus objetos para ser considerado válido y cuándo y cómo deja de hacerlo? ¿Cómo y por qué se cuida un dato? Desde una perspectiva de Estudios de Ciencia y Tecnología o de onto-epistemología empírica (Woolgar & Lezaun 2013; Marres 2012, 2013), el laboratorio Argentino, como bien definió Mariana en respuesta a Nicholas, ofrece a mi entender una interesante oportunidad para problematizar las estadísticas, o los datos, y su relación y configuración con lo real, o en otras palabras, con aquellos objetos que la estadística ensambla y representa.
Me limito aquí a describir y problematizar tan solo una escueta artista de la controversia alrededor del IPC, arista que revela algunos de los distintos dispositivos, arreglos y enredos que el aparato estadístico público establece para garantizar ciertos grados de representación entre precios y objetos y por lo tanto la credibilidad de sus datos. La controversia como caso de estudio expone la relativa fragilidad con que se sostiene dicha representatividad y los distintos esfuerzos que el aparato estatal estadístico y legal despliega (en condiciones “normales”) para que las relaciones, en este caso entre precios y productos y servicios, representen o expresen ciertas cualidades (y no otras).
Las principales causas legales generadas a partir de distintas denuncias acerca de la validez y veracidad del IPC giran en torno a determinar si el IPC publicado por el INDEC es falso o ha sido manipulado. Manipulación, o en jerga local, ‘dibujar un numero’, es decir, retocar su objetividad implicó (al menos en el contexto del marco legal en el caso del IPC) la presunción una serie de acciones: el reemplazo de datos primarios por datos secundarios, no provenientes de mediciones establecidas por el INDEC en la construcción del IPC; el establecimiento de topes en el sistema informático para limitar los aumentos de precios; y de particular interés para mi en lo que a la ontología del dato y su objeto refieren, el intento de violación del Secreto Estadístico por parte de funcionarios públicos. Los materiales legales y las entrevistas que conduje con algunos actores centrales a la controversia inicial sugieren que miembros del gobierno solicitaron al INDEC detalles de los productos y comercios donde se recolectaban precios a ser tenidos en cuenta por el IPC. Técnicos del INDEC se rehusaron a ofrecer tal información y se gestó, a partir de esta tensión, un Comité de Secreto Estadístico para determinar el grado de especificación de productos y comercios que el INDEC podía eventualmente divulgar al gobierno. En breve, la conclusión del Comité fue que los datos requeridos podían ser divulgados solo si a) no permitían la identificación de los informantes de precios, fueran estos personas o espacios físicos; y b) no permitiera la identificación de la marca o revelara el producto real a ser medido.
El Secreto Estadístico (Articulo 10, Ley Numero 17.622) puede entenderse como un dispositivo legal diseñado para preservar las estadísticas nacionales y su particular relación con lo real, o en el caso del IPC, para preservar una particular relación entre los datos (los precios) y los objetos a los que refieren (la canasta básica de bienes y servicios). Para que la medición de precios sea considerada objetiva y por lo tanto veraz, la relación entre precios y objetos o productos debe ser encontrada y medida en un estado “natural”, eso es, en el mismo estado en el que se le presentan a consumidores a diario. Para garantizar tal estado, el Secreto Estadístico prohíbe la publicación o divulgación de los productos reales y los comercios en los que el INDEC mide los precios que de manera agregada mensualmente constituyen el IPC. El siguiente escenario imaginario ilustra la importancia de preservar secreta las relaciones entre los datos y las configuraciones que hacen visible o permiten identificar productos y comercios específicos donde se observan, miden y recolectan precios:
Como ejemplo: un pícaro funcionario podría enterarse de que el INDEC releva solo el sachet de leche fluida de un litro – la variedad y su especificación – para medir la variedad del precio de la leche en su conjunto. Para los técnicos, esa muestra aleatoria seria suficiente para creer que todas las otras especificaciones para el mismo producto se mueven con una tendencia similar: es decir, que el precio de ese sachet sirve para englobar el de todas las leches.
El hipotético funcionario podría buscar un acuerdo de precios con empresas del sector lácteo, pero sólo para ese producto en particular. A cambio de la gentileza empresarial, autorizará aumentos en otros productos que no son tenidos en cuenta por el INDEC (la leche en botella, por ejemplo, para el relevamiento). Para el comunicado final del IPC, se hubiera producido un descenso o un congelamiento del precio de la leche, a pesar de que en realidad se registraran aumentos. A eso se lo llamaba manipulación externa del índice, y eso es lo que habilito el Comité al otorgar información mas desagregada. (Jueguen y Bullrich 2010).
El Secreto Estadístico opera orquestando distintos niveles de opacidad alrededor de la divulgación o publicación de los atributos que en su configuración hacen visible o identifican la especificidad (real) de productos y espacios de comercio. Esta opacidad es necesaria para que los precios de los productos que constituyen el IPC sean observados y medidos en sus estados naturales y protegidos de cualquier tipo de manipulación externa. Hasta el momento de la intervención, el INDEC por ejemplo hacía público índices de inflación hasta el nivel de agregación de Variedades, es decir, publicaba variaciones promedio de precios al nivel de una relativa y poco específica generalización: por ejemplo, la variación en el precio promedio de la Naranjas (otros países como el Reino Unido, a partir de políticas Open Data, comenzaron recientemente a ofrecer en contraste variaciones promedio de precios de productos relativamente [aunque no completamente] mas detallados).
La controversia hace visible la importancia de preservar y conservar ciertos datos secretos: el aparato estadístico público debe mantener un espacio secreto del cual “el dato puede ser en primer lugar generado y del cual las cifras pueden emerger como parte del proceso de su incorporación en la esfera pública” (Didier 2005, 639. Mi traducción). La controversia nos alerta de la necesidad de opacar ciertos datos para legitimar la producción de estadísticas publicas. Por otro lado, la controversia también demuestra que el resguardo legal de información, o en otras palabras, la producción de un secreto público explícito, es necesario para la producción de un número que indexa la variación de precios de un conjunto de bienes y servicios a través de una relación de representatividad específica. El público, en otras palabras, los argentinos, están de esta manera obligados por ley a no tener conocimiento de cierto tipo de información sobre cómo el IPC se produce, al mismo tiempo que el IPC se considera, una vez publicado, como una herramienta de conocimiento relevante para dicha población. Simmel describiría este status ontologico de la estadística pública y las formas de conocimiento que habilita como una ‘condición mediada entre el conocimiento y el no-conocimiento’ (1906, mi traducción). Esta instancia del “secreto público” que el caso del IPC en Argentina demuestra, es parcialmente lo que asegura –o aseguraba- confianza en las estadísticas nacionales.
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“Cuidar los datos: El Índice de Precios al Consumidor y la Publicidad de los Datos Públicos en los Estados Democráticos y Republicanos”
En relación al texto aquí publicado con el título “Cuidar Los Datos II: El Índice de Precios al Consumidor y el Secreto del Dato Público en Argentina”, firmado Ana Gross, cabe hacer algunas aclaraciones:
Lo que se conoce como “intervención” al INDEC de Argentina fue el resultado de que los directivos del INDEC se negaban a cumplir la orden presidencial de corregir una grave distorsión que había en el método de cálculo del IPC. El enfrentamiento entre el gobierno nacional y los directivos del INDEC comenzó en realidad el 10 de abril del año 2006 cuando el entonces presidente de la nación Néstor Kirchner inició una investigación con el fin de averiguar el grado de veracidad de una denuncia que había sido publicada el día anterior por el periodista opositor Jorge Lanata, referida a la existencia de un marcado sesgo plutocrático en la metodología de cálculo del IPC [1].
1) Tras varios meses de conversaciones, en las cuales fue muy importante la participación del secretario de comercio Guillermo Moreno, hacia enero de 2007 ya estaba claro que ese grave sesgo plutocrático existía realmente, que se había extendido no solamente a la canasta sino también a la muestra de comercios en que se hacía el seguimiento de los precios, y que los directivos del INDEC se negaban a cumplir la orden presidencial de corregirlo. Fue entonces cuando Néstor Kirchner ordenó apartar de sus funciones a la directora de IPC y a cualquier otro directivo o técnico que se negara a cumplir la orden presidencial de democratizar la canasta del IPC y la selección de los comercios. Esto, y no otra cosa, es lo que originó la expresión “democratización del IPC”, es decir la decisión de contar con un IPC democrático en lugar de un IPC plutocrático.
2) Los directivos y técnicos rebeldes del INDEC de Argentina, junto con directivos de los centros del poder económico mundial que habían ido incorporando intencionalmente durante décadas el sesgo plutocrático estadístico en todo el mundo, iniciaron entonces una campaña contra el gobierno argentino, ocultando o minimizando el problema del sesgo plutocrático, comenzando inmediatamente a difundir en Argentina índices artificialmente elevados con respecto a los que ellos mismos venían difundiendo, y pretendiendo que todo eso lo hacían en resguardo de la verdad y del secreto estadístico.
3) Cabe aclarar también que el artículo 10 de la ley 17622 del gobierno de facto de Juan Carlos Onganía no prohíbe en lo más mínimo la difusión del nombre, domicilio y razón social de los comercios encuestados, sino que por el contrario aclara que esos datos quedan exceptuados del secreto estadístico. [2]. Y es que la corporación que controlaba (y en gran medida sigue controlando) al INDEC, llama secreto estadístico no a lo que marca la ley, sino que extiende ese concepto maximizando la cantidad de información que solamente los miembros de esa corporación pueden disponer, lo cual les otorga un enorme potencial económico y político en el peor sentido de las palabras, es decir les permite vender o canjear esa información en el mercado negro, y les permite posicionarse económicamente y políticamente a ellos mismos.
4) El mismo título del artículo de Ana Gross ya impone una paradoja al hablar de “secreto del dato público”: Si el dato es público no es secreto. Un indicador no es confiable por el secreto manejado por un grupo o por la opacidad que ellos impongan, sino por la transparencia.
5) Escritos como el de Ana Gross, o el de Nicholas D’Avella. también publicado en Estudios de Economía, presentan, probablemente sin intención, e influenciados por lo parcializado de sus fuentes, un marcado sesgo conceptual a favor de una corporación que realice las estadísticas, concepto muy lejano a los de democracia y de república.
Ref.:
1. http://www.indec.com.ar/LanataT20060409ElIndecdeYrigoyen.pdf
2. http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/anexos/20000-24999/24962/texact.htm
Ricardo Patricio Natalucci
DNI: 8.464.942
Ex supervisor de campo del INDEC 1980-1981
Ex supervisor de metodología y fórmulas de cálculo de IPC del INDEC 1982-1985
Ex asesor de la Secretaría de Planificación de Presidencia de la Nación 1986-1991
Email: ricardonatalucci@indec.com.ar
Estimado Ricardo:
Muchas gracias por sus comentarios y sus sugerencias.
Las problemáticas acerca de la representación y representatividad de los Índices de Precios al Consumidor no se limitan al caso Argentino y países como Francia demuestran como pueden convivir diferentes medidas de inflación para distintos sectores sociales. Estoy de acuerdo con que tanto representación y representatividad se enlazan, en índices de inflación como el que el gobierno Argentino difundía hasta el año 2006, de modos muy particulares. Lo que es debatible, a mi juicio, es el desmantelamiento por parte de un gobierno de una histórica y como bien usted indica, particular relación entre representación y representatividad, y la eventual imposición por otra: poco debatida, grotescamente implementada y por cierto poco transparente.
Me interesaría seguir intercambiando algunas ideas, si no le molesta me pondré en contacto de manera privada a la dirección de email que ofreció en su post.
Saludos,
Ana
Estimada Ana Gross:
Puedo intercambiar con usted algunas ideas por email, como usted propone, pero también es posible que haya ideas que resulten más útiles si logran promover un debate público, inclusive un debate fuerte, polémico, pero siempre sustentado por documentación y con razonamientos y argumentos lógicos, aunque el hecho de que hasta ahora haya sido usted la única que se ha atrevido a responder sobre lo que escribí aquí hace unos días me hace dudar de que eso llegue a darse. ¿Es que ni siquiera Nicholas D’Avella [1] ha leído el artículo publicado por usted y mi primera respuesta? ¿Es acaso que Nicholas D’Avella se tuvo que contentar con aquel primer paso en el que él mencionaba los artículos de la revista británica The Economist? ¿Es que ni siquiera quienes acá figuran como “contribuidores” leen lo que se publica, ni Francisco Jueguen ni Lucrecia Bullrich se enteran de que usted los cita?
Soy plenamente consciente de que, como usted dice, “las problemáticas acerca de la representación y representatividad de los Índices de Precios al Consumidor no se limitan al caso Argentino”, y justamente por eso hablé de incorporación intencional del sesgo plutocrático estadístico en todo el mundo.
Para el caso de Francia, que usted menciona, puedo decirle que el 12 de noviembre del año 2001 (hace casi doce años) le hice llegar por correspondencia diplomática al entonces presidente de ese país, Jacques Chirac, al igual que a otros 23 jefes de gobierno de diferentes países y regiones del mundo, mi advertencia sobre la grave distorsión que significa el sesgo plutocrático estadístico, y sobre la discriminación ilegítima que las oficinas de estadística practican con ese sesgo contra los sectores de menores ingresos de la población. Hasta donde estoy informado el instituto nacional de estadísticas y estudios económicos de Francia (Insee) no solamente no ha corregido ese aberrante sesgo, sino que engaña a los franceses al afirmar que “…les poids utilisés correspondent à la structure de consommation moyenne. Mais le consommateur « moyen » n’existe pas.” (…las ponderaciones utilizadas son la estructura de consumo medio. Pero el consumidor « medio » no existe.) [2]. Y digo que los engaña ya que la estructura promedio de las estructuras individuales o familiares de consumo es algo que existe y que aunque no es lo que el Insee calcula, resulta sumamente sencillo de calcular, ya que no es otra cosa que la estructura que surge de calcular la media aritmética de las estructuras individuales o familiares. Simplemente los directivos de las oficinas de estadística y de los organismos financieros mundiales no desean hacerlo y prefieren seguir engañando a la población.
A la idea de calcular un índice general plutocrático y al mismo tiempo algún índice para los más pobres, como propuso ya hacia 1987 el entonces director del INDEC de Argentina Luis Beccaria, yo la he definido como “apartheid” estadístico, y calcular índices para cada sector social como hacen Francia y otros países es también engañar mientras cada uno de esos índices estén también distorsionados por el sesgo plutocrático.
No soy kirchnerista sino liberal, pero debo admitir que Néstor Kirchner ha sido el primer jefe de gobierno en el mundo que encaró la corrección del sesgo plutocrático estadístico, y lo hizo basándose en mis informes y recomendaciones (mi primer informe oficial al respecto data del año 1985 y alcanzó difusión pública en 1987).
No ha habido por parte del gobierno de Kirchner ningún desmantelamiento de ninguna histórica relación entre representación y representatividad. No había ni siquiera una histórica relación de esa naturaleza, y lo único que había era una tendencia histórica a aumentar subrepticiamente el sesgo plutocrático estadístico cada vez más, con cada cambio de base, tendencia que se siguió en términos generales en todo el mundo desde los orígenes de los índices de “costo de vida” a comienzos del siglo veinte, se aceleró en la década de los años ochenta de dicho siglo, y se sigue aumentando aún hoy en todo el mundo, con la única excepción de la decisión tomada en enero de 2007 en Argentina por Néstor Kirchner.
¿Fue la de Néstor Kirchner una imposición poco debatida? En todo caso la decisión fue tomada de urgencia, para evitar que sucediera en enero de 2007 lo que sucedió en octubre de 1989 y que derivó en aquel entonces en un regreso a la hiperinflación, tal como yo había advertido en todos los diarios del país.
¿Fue grotescamente implementada? Si se refiere usted al hecho de haberse tomado un mes como base de los precios en lugar de un año debo aclararle que esa es otra de las recomendaciones de mis informes. Si se refiere usted a que el INDEC no eliminó el sesgo plutocrático por el método matemáticamente correcto estoy de acuerdo, pero eso, haya sido por falta de capacidad técnica o por no atreverse a asumir sus propias responsabilidades históricas, es una limitación de los técnicos y directivos de carrera del INDEC y del ministerio de Economía, y no del gobierno de Kirchner.
¿Es poco trasparente el procedimiento de cálculo actual? Sí. Es poco trasparente. Aunque metodológicamente es mucho más democrático, en lo que a transparencia se refiere entre una cosa y otra es tan poco transparente como el anterior. Pero, ¿no es usted misma quien habla de necesidad de opacidad y quien hace unos pocos días aún creía que “El público, en otras palabras, los argentinos, están de esta manera obligados por ley a no tener conocimiento de cierto tipo de información sobre cómo el IPC se produce?
La teoría de la cual parecen haberla convencido a usted puede resumirse en que entonces en cada uno de los países del mundo, a los efectos de valorar cuantitativamente como van las cosas, el pueblo y los gobernantes elegidos por el pueblo deben confiar ciegamente en lo que diga un grupo de personas con características corporativas, que miden componentes secretos en lugares secretos, y que, para colmo, son los mismos que estuvieron ocultando el problema del sesgo plutocrático estadístico y estuvieron incrementándolo durante décadas intencionalmente.
1) https://estudiosdelaeconomia.wordpress.com/2013/04/29/cuidar-los-datos-estadisticas-y-las-politicas-del-conocimiento-economico-en-la-argentina/
2) http://www.insee.fr/fr/themes/indicateur.asp?id=29&page=indic_sip.htm
Ricardo Patricio Natalucci
DNI: 8.464.942
Ex supervisor de campo del INDEC 1980-1981
Ex supervisor de metodología y fórmulas de cálculo de IPC del INDEC 1982-1985
Ex asesor de la Secretaría de Planificación de Presidencia de la Nación 1986-1991
Email: ricardonatalucci@indec.com.ar
Estimado Ricardo, si usted puede aportar documentación de como Nestor Kirchner encaro la correcion del sesgo plutocratico estadistico eso seria altamente valioso para investigadores trabajando en el tema asi como también indicar quien al interior del INDEC hoy podria ofrecernos información acerca de como el INDEC calcula la inflacion actual, y que es lo que en terminos de representacion y representatividad el presente IPC intenta expresar. En otras palabras, de que manera especifica es el indice que hoy el INDEC calcula mas democratico? Le agradezco otra vez por sus comentarios. Ana
Estimada Ana, si usted quiere contactar a alguien del INDEC por estos temas le recomiendo que intente contactar directamente a Norberto Itzcovich, que es el director técnico del INDEC (la dirección de e-mail se la envío a usted en privado).
Mientras tanto para comprobar el aspecto puntual sobre el que usted me consulta ahora, podemos recurrir al documento de la actualización metodológica del IPC-GBA base abril de 2008=100, que puede bajar de mi sitio web (link directo a la actualización metodológica) [1] o del sitio oficial del INDEC (ídem) [2]. La versión que está en el sitio oficial del INDEC incluye las ponderaciones estacionales, ya que se agregaron allí a posteriori.
Allí podrá ver que el texto oficial del INDEC comienza justamente por las distintas manifestaciones del sesgo plutocrático que se habían verificado, y que la actualización (en realidad es más una enmienda), corrige. También es aclaratorio ver la tabla de página 3 con la comparativa entre las ponderaciones. Especialmente interesantes son las del capítulo Alimentos y bebidas por su gran incidencia, mayor en los estratos más pobres, y las de Atención médica y gastos para la salud, y Esparcimiento, gastos éstos por el contrario muy característicos de los estratos económicos más altos. Note la gran diferencia que introdujo allí la corrección del sesgo plutocrático.
Pero para entender que realmente las ponderaciones de 1999 estaban sesgadas hacia los estratos más ricos será necesario remitirnos por ejemplo a mi informe del año 2000 [3], ya que si no fuera por eso podría pensarse que simplemente eran cambios en los patrones de consumo. (sé que no queda muy elegante citar los trabajos propios, pero en este caso es lo único con lo que se cuenta, ya que hasta el momento de la llamada “intervención” no existieron otras denuncias e informes que los míos, el primero de los cuales data del año 1985). La otra forma de comprobar que no se trató de cambios en los patrones de consumo sería comparar las Encuestas de Gastos de los Hogares, lo que permitiría apreciar que las estructuras en porcentajes se mantuvieron prácticamente constantes. La conjetura que algunos hicieron rodar de que podría haber sido un problema de actualización de patrones de consumo queda descartada por los hechos.
Una vez que esté usted en mi informe del año 2000 puede ver que en el capítulo 1, analizando las ponderaciones o porcentajes de gastos oficiales, demuestro que por ejemplo para Productos de panadería (a veces figuran indistintamente como de panificación) el promedio de los 10 estratos da 4,64 (el promedio verdadero es aún mayor, un poco más de 5,35 %, ya que cada uno de los estratos también está subestimado por el sesgo plutocrático), y al INDEC a causa del sesgo plutocrático le daba allí por el contrario un falso promedio de apenas 3,62 que corresponde al percentil 80 hacia los hogares más ricos. Y si busca la metodología del IPC base 1999=100 [4] verá que allí habían bajado aún más la ponderación de Productos de panificación y la llevaron a solamente 3,073, valor correspondiente aproximadamente al percentil 87, es decir nuevamente con un marcadísimo sesgo hacia los hogares más ricos.
Volviendo ahora a la enmienda del año 2008 podrá ver en la página 8 que se le asignó a Productos de panificación una ponderación (porcentaje del gasto) de 5,316, prácticamente el valor democrático exacto según mis cálculos.
El otro ejemplo que di en ese capítulo de mi informe del año 2000 había sido Turismo, un rubro característico de los estratos más ricos. El promedio de los diez estratos que allí figuran, si uno saca la cuenta mentalmente o con una simple calculadora, da 1,09 (si además hiciéramos la corrección del sesgo plutocrático interno de cada estrato daría menos aún) en cambio vemos allí que el INDEC del año 2000 publicaba un falso promedio (por efecto plutocrático) de 1,97 que es el que corresponde aproximadamente al percentil 92 del lado de las familias más ricas, y en la metodología base 1999=100 lo llevaron a 2,750, un valor más plutocrático aún ya que corresponde al percentil 96 del lado de los más ricos . Regresando ahora a la enmienda del año 2008 (página 18) comprobamos que le asignaron 1,005, prácticamente de nuevo al valor democrático exacto según mis cálculos.
Estas no pueden ser excepciones que yo elija a posteriori, ya que son los ejemplos que yo mismo publiqué en el año 2000.
La tendencia general indica que en el INDEC, tras la orden de Néstor Kirchner, corrigieron notoriamente el sesgo plutocrático en la mayor parte de los ítems de gasto, y en el año 2008 bajo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner que continuó lo iniciado por Néstor Kirchner, se consolidó el procedimiento de democratización del IPC con la enmienda metodológica, y quedó ya muy cercano a los cálculos que yo había publicado en el año 2000 y en publicaciones posteriores. Las diferencias que subsisten, y que en la mayor parte de los casos son menores, se deben a que los técnicos del INDEC no utilizaron la fórmula matemática correcta que consiste en promediar las estructuras porcentuales, sino que lo hicieron corrigiendo a ojo, y en alguna medida basados en los cálculos de mis informes.
Hay mucho más material para ver, si lo desea, pero creo que con esto ya queda demostrada documentalmente la democratización de la metodología por la reducción del sesgo plutocrático.
Conviene aclarar que en todo esto me estoy refiriendo a democratización en la estructura de gastos, que es una cuestión metodológica. Mi postura no significa que avale los valores mensuales de incrementos que viene publicando el INDEC, particularmente entre los años 2010 y 2012 inclusive, pero eso ya es otro tema.
Actualmente el INDEC está por comenzar a publicar el Índice de Precios al Consumidor Nacional Urbano (IPCNu), y sobre ese nuevo indicador puedo agregar para redondear el tema de su consulta, que Norberto Itzcovich, director técnico del INDEC, aclaró ante la agencia nacional Télam que ese índice continuará minimizando el carácter plutocrático de la medición. [5]
Obs.:
1) http://www.indec.com.ar/metodologia_enmienda_2008_ipc_gba.pdf
2) http://www.indec.gov.ar/nuevaweb/cuadros/10/ipc_metodologia_10_08.pdf
3) http://www.indec.com.ar/dossierinternational/InfoNatal1Portada.htm
4) http://www.indec.gov.ar/nuevaweb/cuadros/10/metodo_ipc_gba.pdf
5) http://www.telam.com.ar/notas/201304/13352-un-nuevo-ipc-entrara-en-vigencia-en-el-ultimo-cuatrimestre-del-ano.html
Saludos, y estoy a sus órdenes para cualquier otra cosa que quiera usted saber.
Ricardo Patricio Natalucci
DNI: 8.464.942
Ex supervisor de campo del INDEC 1980-1981
Ex supervisor de metodología y fórmulas de cálculo de IPC del INDEC 1982-1985
Ex asesor de la Secretaría de Planificación de Presidencia de la Nación 1986-1991
Estudioso del problema mundial del sesgo plutocrático estadístico.
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