[Texto extraido de tesis doctoral del autor]
“Chile is not a country but a country club” (Rothkopf David: 2008)
Cuando se plantea en distintas investigaciones, congresos y estudios que América Latina presenta altos grados de desigualdad económica y social, generalmente las explicaciones a dicho fenómeno se buscan en teorías de clases sociales, de justicia social o de estratificación social, dejando muchas veces de lado aquellas teorías que indagan en la relación que mantienen ciertos grupos sociales con el poder; específicamente, no intentan explicar la desigualdad a partir de una teoría de la elite. Esto es relevante en la medida en que la elite es el grupo que por su posición privilegiada históricamente ha sido convocado a establecer determinadas definiciones y modelos de sociedad, de esta manera, los proyectos económicos, políticos y culturales que circulan en una sociedad dependerán en gran parte de los modelos de sociedad que erija dicho grupo. Para el contexto latinoamericano, abordar el tema de la elite resulta complejo ya que como plantea Waldman todavía no existe una teoría de elites para América Latina (2007); este tema “raramente ha sido trabajado” y “en la investigación nos encontramos en un vacío en cuanto a trabajos de análisis empírico del tema”. A esto se debe agregar que el concepto elite no es unívoco y que mucha veces se presenta de manera polifónica, asimilado a conceptos tales como clases dominantes, clases gobernantes o oligarquía.
Pese a lo anterior, desde la disciplina sociológica se han realizado diversos esfuerzos para conceptualizar a la elite; los trabajos de Mosca, Pareto y Mills son ejemplo de ello. En términos generales, la elite se ha definido como un grupo minoritario que ejerce el control y dominio sobre determinadas áreas de la sociedad. Específicamente, la elite se conceptualiza como un grupo social determinado que ostenta, ejerce y no pocas veces monopoliza un determinado poder en diversas esferas, tales como la económica, la política, la cultural y la militar. Es decir, constituye un grupo minoritario que controla los bienes económicos (recurso y capital), políticos (mediante el Estado), bienes culturales objetivados, interiorizados y simbólicos, entre otros. Esto no significa que un individuo que no pertenezca a un determinado tipo de elite esté excluido de participar en otras; al contrario, el ejercicio de un poder en una esfera social puede ser utilizado para ejercer el poder sobre otra.
Ahora bien, para estudiar las elites en América Latina y en Chile, se debe dar cuenta del contexto temporal en las cuales se articulan y actúan, ya que estos grupos no son los mismos a lo largo de la historia. Las elites nacionales del siglo XIX son distintas a las actuales y si bien pueden existir elementos de continuidad entre ellas también existen aspectos que las diferencian. Por ende, analizar a las actuales elites implica hacer referencia al fenómeno de la globalización entendido éste como la integración de los países producida por la enorme reducción de los costos de transacción y comunicación y el desmantelamiento de las barreras artificiales de los flujos de bienes, servicios capitales, conocimiento y que en términos culturales se refiere a la reducción del tiempo y espacio intensificada por los cambios en la tecnología.
Si antes las investigaciones sobre la elite latinoamericana planteaban discursivamente la existencia y la hegemonía de una elite nacional de orden aristocrático, en la actualidad la balanza pareciera haberse inclinado hacia una elite transnacional de orden empresarial y tecnocrática, lo cual estaría dando cuenta de un proceso efectivo de redefinición y recambio de las elites. Efectivamente, en la literatura actual, se pueden observar dos tipos de discursos o visiones sobre las elites: a) aquellos estudios que plantean efectivamente la existencia de una redefinición de las elites, un cambio en su ethos, carácter, configuración, articulación e integración en relación a las elites de carácter nacional y aristocrático del siglo XIX y principios del XX y b) aquellos estudios que muestran un debilitamiento de la elite, el surgimiento de nuevos actores y que muchas veces se acercan a un discurso anti elites.
Si lo anterior se suma al hecho de que las sociedades modernas se caracterizan por una creciente diferenciación económica y social, resulta difícil señalar que existe un solo tipo de elite. De allí que la tendencia sea realizar una distinción entre las elites económicas, políticas, administrativas, intelectuales, de medios masivos, etc. Bajo este contexto cualquier investigación que aborde el tema de las elites debe apuntar a responder inquietudes tales como ¿Es posible hablar de una elite nacional o debiésemos hablar de “elites nacionales” en plural? ¿Existe una composición similar entre las elites políticas, económicas y culturales en nuestros países?, ¿Existe relación entre ellas (elites trasnacionales, elites políticas y económicas)? ¿Los modos de reclutamiento, sus estrategias, difieren o son similares? ¿Cuáles son los criterios que predominan en su reclutamiento, criterios universalistas, particularistas o de orden tradicional ?.
Otro aspecto que debe considerar un estudio sobre las elites es la distinción entre este concepto y clase social. La elite no debe ser entendida como una clase social, ya que siguiendo, a Scott (2008) cuando se habla de élite no se apunta necesariamente a una clase económica determinada. Las elites son distintas a ellas, ya que “las clases adineradas o clases propietarias y grupos de prestigio son, en términos analíticos, bien distintos de las elites (…). Las elites son reclutadas de las clases y estamentos sociales – y exhibirán, por lo tanto, características de clase, de género, de raza o de otro tipo”[1], lo cual implica que la elite es un grupo que posee características, pautas de reclutamiento, estrategias y discursos propios y particulares diferentes a una clase social. Un individuo puede pertenecer a una determinada clase social, por ejemplo, la clase económica alta, sin embargo, no ejerce una actividad relevante en las posiciones formales de la autoridad política.
Desde esta perspectiva, son dos las disciplinas que al interior de la sociología se tornan relevantes para el estudio de las elites en Chile: por una parte, la sociología política y por otra, la sociología económica. Dentro de estas subdisciplinas existen varias herramientas teóricas y heurísticas que posibilitan el análisis de las elites en la medida en que son varios los conceptos que permiten definir los elementos que confluyen en su configuración y en sus dinámicas. De este modo, el poder, el uso de las redes, el prestigio asociado y los procesos de desigualdad que presuponen su existencia nos remiten a utilizar enfoques relacionadas con las teorías del poder, de las redes, de los campos sociales, de los capitales, entre otras. Además, el estudio y análisis de las elites chilena es relevante en la medida en que estos grupos son generadores de cambio social y portadores de determinados proyectos de sociedad. Y son el ámbito político y el económico, los que se han reconfigurado en las transformaciones neoliberales experimentadas por nuestros país, siguiendo los planteamientos de Lechner, los mecanismos de la coordinación social que eran predominio del Estado, ha sido reemplazado por mecanismos sistémicos de coordinación, lo que ha modificado el contenido de las representación y conducción de la sociedad.
Por otro lado, los proyectos que promueven las elites en su conjunto se pueden presentar como heterogéneos, pero también pueden mantener elementos de continuidad o elementos divergentes entre sí. Al mismo tiempo, la elite también es un grupo que se ve afectado por los procesos que ocurren en la sociedad, al respecto Waldmann (2007) plantea que las elites mantienen dos posiciones: por un lado, muestran una actitud de freno y retardación y por otro, cambian y se adaptan a los cambios de la sociedad. Finalmente, analizar la elite chilena posibilita comprender y establecer nuevas teorías de la desigualdad, de la representación y del poder en nuestro país y en el contexto de la globalización, en cuanto al analizar las estrategias, acciones, ethos y proyectos que este grupo realizan para conservar su posición monopólica, nos entrega elementos claves que aportan a dicho desarrollo teórico.
Bibliografía
Lechner, N. (1997) “Tres formas de coordinación social. Un esquema.” México, Revista CEPAL N° 61.
Waldmann, P. (2007) “Algunas Observaciones y reflexiones críticas sobre el concepto de elite” en Birle, P./ Hofmeister W. (eds.) “Elites en América Latina”. Berlín, Vervuert / Bibliotheca Ibero- Americana.
[1] Scott, J. (2008) “Modes of power and re-conceptualization of elites” en Scott, J.(ed.) “Tacking stock of elites: recognizing historical changes. Oxford, Blackwell Publishing. Pág. 34.
Comments
Gracias Emilio por tu post, me quedan dos preguntas:
Primero, más que nade de curiosidad, que estás investigando en tu tesis?
Lo segundo, no estoy de acuerdo con lo que dices, “Para el contexto latinoamericano, abordar el tema de la elite resulta complejo ya que como plantea Waldman todavía no existe una teoría de elites para América Latina (2007); este tema “raramente ha sido trabajado” y “en la investigación nos encontramos en un vacío en cuanto a trabajos de análisis empírico del tema”.
Mi impresión es que desde 2007 hasta ahora se ha hecho mucho al respecto (al menos en Argentina, Chile y Perú, varias de ellas ya discutidas en este blog, ver abajo). Aunque puede ser que tu punto de entrada sea diferente al de estas cosas existentes. Entonces, la pregunta es, en que se diferenciaría la perspectiva a las elites en Chile que sugieres en tu texto y esta investigación reciente?
Cordialmente,
José
(Ejemplos de investigación sobre elites: https://estudiosdelaeconomia.wordpress.com/2012/11/08/dos-nuevas-publicaciones-con-participacion-de-contribuidores-de-estudiosdelaeconomia/
https://estudiosdelaeconomia.wordpress.com/2013/03/21/tres-nuevas-publicaciones/
https://estudiosdelaeconomia.wordpress.com/2013/05/06/un-ladrillo-reflexivo/
https://estudiosdelaeconomia.wordpress.com/2010/11/22/jese-y-los-estudios-sociales-de-la-economia-en-b-aires/
http://www.ediciones.udp.cl/notables-tecnocratas-y-mandarines-varios-autores/
Click to access redesyelitechile.pdf
http://www.icso.cl/wp-content/uploads/2011/03/WP-Huneeus.pdf)
Hola Emilio, interesante estudio, gracias por compartirlo.
Al respecto, y solo en mi opinión, considero que un estudio de las elites no debiera fijar la atención solo en aquellos individuos que ostentan el poder o que hacen uso de él. Tu señalas que “la elite es un grupo que posee características, pautas de reclutamiento, estrategias y discursos propios y particulares diferentes a una clase social. Un individuo puede pertenecer a una determinada clase social, por ejemplo, la clase económica alta, sin embargo, no ejerce una actividad relevante en las posiciones formales de la autoridad política”. Anhelo encontrar algo más amplio u holístico si se quiere ver así, aunque quizás sea un tema que excede los alcances de cualquier tesis y sea necesario un abordaje de más largo aliento.
Si bien es necesario muchas veces hacer separaciones (artificiales) que permitan el estudio concreto de ciertos grupos bajo ciertos indicadores, señalando por ejemplo “elites económicas, políticas, administrativas, intelectuales, de medios masivos, etc”, me parece que resulta mucho más interesante distinguir cuáles son las características esenciales y transversales de los individuos que componen a todos estos grupos. ¿Se nutren desde una fuente común, cuyas características comunes permiten la relación entre esos grupos?¿Cuánto influye la desigualdad en la estabilidad de estos grupos?¿Ha crecido la apertura de esta elite a nuevas vías de desarrollo?
Personalmente tengo la hipótesis de que para avanzar a cambios sociales importantes, antes de que dirigirnos a las masas o mal llamadas “bases”, debiéramos apuntar a esta escurridiza elite o ambiente cultural a partir del cual nacen y mueren esos distintos grupos a estudiar. Antes de pensar en cómo este grupo heterogéneo se divide el poder y control de diversas áreas (economía, política, medios, “cultura”) o como se relaciona con las masas, sería necesario entender cómo se producen los cambios de tendencia al interior de este ambiente que alimenta con personas y nuevas o viejas ideas a dichas elites o subgrupos. Algo así como su índice de permeabilidad cultural.
La globalización impone un desafío mayor, debido a la mayor influencia y relaciones entre grupos de distintos países e intereses. Cada vez es más complejo entender a la llamada elite, porque antes que un grupo definido, es para mi un caldo de cultivo donde se instrumentaliza el conocimiento y las nuevas influencias.
Saludos