¿Qué es la “financialización” y por qué importa? Algunos apuntes sobre la literatura

the boom and the bubbleEn este post quisiera revisar el concepto y literatura de la “financialización” que se han consolidado en los campos de la sociología económica y la economía política comparada, pero que han recibido escaza atención en este blog. Para ello quiero presentar una definición sucinta basada en la literatura y trazar algunos aspectos que podrían llamar la atención de algún lector e invitarlo a adentrarse en este campo.

El concepto de “financialización” es un concepto esquivo que se desarrolla principalmente en la Economía Política, aunque es varias veces adoptado en los “Social Studies of Finances”. La noción se desarrolla en un cuerpo de literatura impresionante que toma forma desde los escritos de los Marxistas Harry Magdoff y Paul Sweezy en la Monthly Review en los 1980s (y por entonces otros académicos como Giovanni Arrighi o Michel Aglietta), presentando un explosivo resurgimiento a partir de la crisis financiera de 2007-2008 en los trabajos de sociólogos, geógrafos, economistas y cientistas políticos. En primer lugar, la “financialization” trata de un proceso que toma lugar en el tiempo y espacio. En el tiempo porque si bien la idea de que la clase rentista y el capital financiero se imponen sobre el capital productivo es tan vieja como los escritos de Lenin, Hilderfing y el propio Keynes, el concepto hoy se refiere a las profundas transformaciones de las economías capitalistas a partir de los 1970s. Y se desenvuelve en el espacio porque se ha reconocido como un proceso global, a pesar de que su estudio orbita en torno a los casos de EE.UU y UK.

Una definición amplia y recurrentemente citada señala que la financialización se refiere a un proceso global caracterizado por “el creciente rol de los motivos, mercados, actores e instituciones financieras en la operación de las economías domésticas e internacionales” (Epstein 2005) (la traducción es mía). Esto suena un poco tautológico, pero incluiría el hecho de que las ganancias en la economía se realizan crecientemente por canales financieros en vez de productivos (Krippner 2011), la promoción de una cultura “gerencial” dentro del hogar (Erturk et al. 2007), o la creciente intromisión de negocios tradicionalmente no financieros en los mercados financieros (Stockhammer 2004). Más que nada, la “financialización” -el concepto- es la etiqueta que se ha adoptado para nombrar patrones interrelacionados de cambios estructurales. Por eso un amplio espectro de fenómenos que han ocurrido desde los 1970s en adelante, tales como la estagnación de los salarios, el endeudamiento privado, altos niveles de desigualdad o la austeridad fiscal, se han analizado como teniendo algún tipo de relación con la creciente “financialización” de la economía.

De manera más precisa –y muy breve- podríamos listar los siguientes fenómenos como indicadores de la financialización, que pasan desde el capitalismo hacia los hogares, a través de empresas y mercados:

– En una clave marxista, se trata principalmente de las consecuencias que ha traído la “crisis de acumulación capitalista” asociada a la sobre producción (Foster 2007) y/o al incremento de la competencia extranjera (Brenner 2003). Esta habría derivado en un declive de la tasa de ganancia del capital productivo, reorientándolo hacia la especulación financiera.
– Bajo una lógica similar, hablamos también de la desregulación financiera que ha surgido en el capitalismo anglo-americano como una respuesta más o menos intencionada a la estagnación de salarios y los conflictos redistributivos de los 1970s (la financialización tendría su homólogo ideológico en el concepto de “neoliberalismo”). De forma más genérica, los capitalismos democráticos se ven obligados a resolver conflictos distributivos trayendo recursos del futuro (crédito) mediante distintos mecanismos que terminan por dar primacía a los mercados financieros (donde se genera la deuda). De este modo, así como la “inflación” fue el mecanismo de creación de deuda por parte del Estado para resolver tensiones en la esfera del trabajo durante la posguerra, en el capitalismo post-1980s caracterizado por mercados financieros desregulados serían los hogares y empresas los que generarían deudas para enfrentar la estagnación de salarios o generar utilidades, respectivamente (Krippner 2011; Streeck 2011).
– También se ha relacionado al cambio en la gobernanza corporativa desde una concepción que privilegia el crecimiento de la firma hacia una que se alinea con los fines de los inversionistas. Esto estaría relacionado con varios procesos, tales como la emergencia de los inversionistas institucionales y la creación de los “stock options”, o la consolidación de determinadas teorías económicas (como la “portfolio theory of firm”), por mencionar un par (Stockhammer 2004; Fligstein 2004).
– Todo este proceso sería facilitado por una serie de innovaciones financieras que han cambiado el modus operandi de la economía doméstica, nacional y global, tales como la clasificación de riesgo en el mercado de las tarjetas de crédito, la creación de los mercados de derivados y futuros, o la securitización. Esto significa que se han creado recursos en el presente que no existían y que a través de una infraestructura organizacional y cognitiva se han logrado estabilizar expectativas de manera que el préstamo de dicho dinero sea viable.
– Al nivel de los hogares, la financialización se referiría a la democratización de las finanzas entendida como la creciente presión sobre los ciudadanos comunes y corrientes a comportarse como managers financieros de sus activos (propiedades), pasivos (deudas) e inversiones futuras (en la bolsa, fondos de pensiones y seguros varios).

Y la lista sigue. Para cada una de estas dimensiones existe una vasta literatura. Gran parte de esta se dedica a discusiones metodológicas y a dar cuenta empíricamente de alguno –u otros- de estos procesos. Por ello, teóricos del dinero como Lapavitsas han señalado que estos trabajos más bien ofrecen “thick descriptions” de los distintos fenómenos que dan cuenta de dicho proceso, más que teorizaciones complejas. De hecho, la conexión de estas distintas escalas es aún débil. Este es un esfuerzo que los geógrafos se han tomado más en serio trazando las conexiones entre los centros financieros globales y las ecologías financieras locales (French/Leyshon/Wainwright 2011; Christopherson/Martin/Pollard 2013; Sokol 2013). Otra forma de llevar a cabo esta conexión ha sido el foco en la “vida cotidiana de las finanzas” (Langley 2010).

A simple vista, veo algunos motivos por los cuales esta literatura y el concepto de financialización podrían resultar interesantes y desafiantes para los lectores de este blog:

Primero, porque en vez de hacer la pregunta sobre cómo son posibles las relaciones o coordinaciones financieras -como lo hace la sociología económica más tradicional, se pregunta por qué sistemáticamente vemos que las economías operan trayendo al presente recursos del futuro. Se trata de una pregunta que apunta más que nada a la des-naturalización de las relaciones económicas.

Segundo, porque las tendencias actuales en los patrones de gasto, consumo y ahorro de los hogares no pueden entenderse fuera de este trasfondo histórico. Esto porque la financialización ha cambiado la vida cotidiana de inversores, firmas, Estados y ciudadanos, reflejando conflictos distributivos que tienen un serio impacto en relaciones de poder, desigualdad de ingreso, la creación de riqueza y el crecimiento económico. En casos como los de EE.UU. y el Reino Unido, por ejemplo, la financialización ha sido vista como la causa del retorno a los niveles de desigualdad previos a 1918! (Erturk et al. 2008). Como señala Foster (2007), la financialización está atada a la desigualdad del ingreso por cuanto refleja la crisis de acumulación del capitalismo, en la cual las ganancias en productividad permanecen desconectadas con la distribución del ingreso.

Tercero, esta agenda reclama un trabajo interdisciplinario, capaz de organizar en relatos coherentes procesos históricos políticos y sociales con material empírico que a veces a los sociólogos y antropólogos nos resultan esquivos, tales como cifras de contabilidad de las empresas y el sistema de cuentas nacionales. En ese sentido, a diferencia de la tradicional hostil relación entre sociología y economía, una colaboración con economistas e historiadores en este plano no sólo resultaría sumamente fructífera, sino además viable y necesaria.

Cuarto, la noción de “financialización” ha desafiado los esquemas tradicionales de la economía política comparada del estilo Varieties of Capitalism o Regulation Theory. La propia noción de financialización ofrece importante poder descriptivo para aquellas discusiones sobre los “modelos nacionales” de economías y las posibilidades de realizar tipologías. Valdría la pena preguntarse: ¿Están o transitan los capitalismos latinoamericanos hacia la financialización? ¿Cómo se relaciona con los procesos de liberalización económica llevadas a cabo en la región?

Quinto, porque se toma la historia en serio y enmarca transformaciones que han sido crecientemente descritas por la sociología económica a nivel micro, tales como nuevas prácticas de consumidores y organizaciones, en procesos sociales, económicos y políticos de gran envergadura –lo que llamaríamos macro. Cualquier intento por explicar y describir la emergencia de prácticas financieras de consumidores, por mencionar un lugar común, debiera enmarcarse en estos procesos y tomar en consideración los efectos estructurales de las transformaciones institucionales llevadas a cabo en los últimos cuarenta años.

Sexto, sin duda hace falta teorización del proceso en otras direcciones más sociológicas, en clave de procesos sociales complejos, tales como la diferenciación, racionalización e individuación. Siguiendo a Callon, por ejemplo, uno podría entender la financialización como un proceso caracterizado por la proliferación de una forma particular de vínculos sociales/económicos -la deuda- que reconfiguran las jerarquías y reciprocidades entre prestamistas y prestatarios, sean estos consumidores y bancos, o Estados y mercados financieros; la “financialización” sería en este sentido una suerte de “economización 2.0”. Pensando en términos de “afinidades electivas”, por otro lado, la financialización implica también que los actores de la economía incorporan crecientemente disposiciones hacia el futuro que moldean las acciones en el presente, generando cambios culturales transversales en distintos campos. Pensando en términos más sistémicos, los propios intentos por controlar el futuro que vienen aparejados a la economía financiera obtienen como resultado la multiplicación de contingencias y con ello la modificación del propio “futuro” que se quiere conocer. Como consecuencia, la financialización implica que la incertidumbre se institucionaliza como contexto de las relaciones sociales en general, y económicas en particular. Y así sucesivamente.

Y finalmente, me parece una literatura digna de atención porque a pesar de proclamar una tendencia de la economía global, su foco ha estado casi exclusivamente puesto en el estudio del capitalismo Anglo-Americano, poniendo menor atención a patrones locales y emergentes de la expansión de las finanzas en el mundo en desarrollo. Sin ir muy lejos, el caso de Chile me parece ilustrativo de varios de estos procesos estructurales: la consolidación del sistema privado de pensiones que produjo un mercado de capitales que ha favorecido la acumulación capitalista financiera; la consolidación de grupos económicos caracterizados por la diversificación de sus inversiones y el consiguiente posicionamiento de la figura del “manager financiero”; este último a su vez asociado a la emergencia de nuevos “working rich” en la estructura ocupacional; el surgimiento de escándalos vinculados al management financiero de las empresas (como el retailer “La Polar” generando repactaciones unilaterales para presentar una cartera de deuda más atractiva, o el bullado caso “cascadas”); la implementación de innovaciones financieras por parte de la industria del retail; las privatizaciones de servicios básicos que genera absoluta dependencia de los hogares respecto de los mercados de crédito para llevar a cabo el consumo habitual; o la financialización de la educación como política pública.

Felipe González

Bibliografía

– Brenner, Robert, 2003: <> boom and the bubble the US in the world economy. London [u.a.]: Verso.
– Christopherson, Susan/Ron Martin/Jane Pollard, 2013: Financialisation: roots and repercussions. In: Cambridge Journal of Regions, Economy and Society 6, 351-357.
– Epstein, Gerald A., 2005: Introduction: Financialization and the world economy. In: Financialization and the world economy, S. 3-16.
– Erturk, Ismail, et al., 2007: The Democratization of Finance? Promises, Outcomes and Conditions. In: Review of International Political Economy 14, 553-575.
– Erturk, Ismail, et al., 2008: General introduction: Financialization, coupon pool and conjuncture. In: Financialization at work, S. 1-43.
– Fligstein, Neil, 2004: From “The transformation of corporate control”. In: <> new economic sociology, S. 407-432.
– Foster, John B. , 2007: The Financialization of Capitalism. In: Monthly Review Volume 58.
– French, Shaun/Andrew Leyshon/Thomas Wainwright, 2011: Financializing space, spacing financialization. In: Progress in Human Geography 35, 798-819.
– Krippner, Greta R., 2011: Capitalizing on crisis
the political origins of the rise of finance. Cambridge, Mass. [u.a.]: Harvard Uni. Press.
– Langley, Paul, 2010: <> everyday life of global finance
saving and borrowing in Anglo-America. Oxford [u.a.]: Oxford Univ. Press.
– Sokol, Martin, 2013: Towards a ‘newer’ economic geography? Injecting finance and financialisation into economic geographies. In: Cambridge Journal of Regions, Economy and Society 6, 501-515.
– Stockhammer, Engelbert, 2004: Financialisation and the slowdown of accumulation. In: Cambridge Journal of Economics 28, 719-741.
– Streeck, Wolfgang, 2011: <> crises of democratic capitalism. In: New left review, H. 71, S. 75-29.

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Comments

  • aldomadariaga  On March 15, 2014 at 12:27 am

    Hola Felipe, gracias por el post! Se me viene a la mente un comentario que puede que se aleje de tus temas de investigación, pero me parece significativo desde el punto de vista de lo que estamos viviendo. Pensando en el contrapunto entre los escritos de Arrighi quien ve la financialización como la fase superior de un ciclo recurrente de acumulación del capital que lleva ya varios siglos, y otros -Streeck quizas?- que la ven como el momento cúlmine de un desarrollo más lineal … te parece que la financialización cambia tan radicalmente las relaciones económicas que no hay vuelta atrás, o existen contramovimientos? cómo lo ves a nivel micro? Saludos!

  • joseossandon  On March 16, 2014 at 8:06 pm

    excelente sistematización Felipe! sin duda muy útil para todos los que estamos interesados en estas cosas. y queda muy claro además como la financialización es uno de esos objetos centrales en los estudios de la economía entendidos como un espacio de encuentro de múltiples enfoques disciplinarios. una pregunta, me queda claro (también a partir de tu post anterior sobre Luhmann) como se conecta esta literatura y la dimensión temporal. pero no tanto sobre la dimensión espacial que es tan importante para los geografos. vez que el énfasis espacial de la geografía económica esté abriendo nuevos desafíos a la sociología económica o a estudios como el que tú estás haciendo en tu doctorado? slds, j

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