El último número de Revista Observatorio Cultural del Departamento de Estudios del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile, incluye el artículo de Tomás Ariztía “Cultura y economía: itinerario de dos conceptos”. Comienza así:
“Conceptos como industrias creativas, industrias culturales o economía de la cultura se han vuelto recurrentes en la conversación sobre el campo cultural y las políticas culturales. Suelen ir asociados a la idea que las actividades culturales pueden ser definidas como actividades económicas y, por lo tanto, son factibles de un análisis de este tipo. Esta conexión cultura/economía no es tan evidente, sin embargo. O al menos no lo ha sido para buena parte de la sociología. Por ejemplo, el concepto de industrias culturales nace justamente para criticar la injerencia de la lógica económica en el ámbito de la cultura. Quienes primero hablaron de industria cultural (Adorno, Horkheimer y la Escuela de Frankfurt) lo hacían para denunciar los efectos de la expansión de la lógica comercial a la cultura. Más allá de las críticas que se puedan hacer a sus análisis —como en el caso de la Escuela de Frankfurt, su noción elitista de cultura— su interés en problematizar y examinar las conexiones entre economía y cultura es un desafío hoy más que vigente. Sobre todo en países como el nuestro en donde el lenguaje económico neoclásico es la doxa dominante por ya varias décadas”.