La pregunta por la vocación pública de los estudios sociales de la economía en América Latina

[Mañana y pasado mañana participaré en el “Encuentro: La Vocación Pública de los Estudios Sociales de la Economía”. Comparto acá la versión actual de las notas para mi presentación]

Introducción

Para la mayoría de los que presentamos acá, esta no es la primera vez que trabajamos juntos. Hemos ido encontrándonos por aquí y por allá durante los últimos 10 o 15 años. En algunas de las jornadas anuales en el IDAES en Buenos Aires, en algún evento acá, organizado por el NUCEC, en alguno de los muchos workshops y sesiones de conferencias, en Santiago, Londres, SASE o LASA, o, virtualmente, en la página de Estudios de la Economía, como también en varios libros, números especiales, etc. Generalmente, nuestros encuentros han sido en el contexto de conferencias académicas, donde lo que hacemos es intentar convencernos mutuamente de nuevas formas de lidiar con nuestros objetos de investigación. Por ejemplo: un nuevo concepto o un nuevo método. Este encuentro es distinto. No nos reunimos para hablar de cómo analizamos nuestros objetos de estudio, nos juntamos para pensar sobre como relacionamos con aquellos que – a falta de un mejor término- son nuestros públicos. ¿Cómo relacionarnos con quienes no son nuestros colegas, pero se interesan por el mismo tipo de asuntos que a nosotros nos interesa? ¿Cómo nos relacionamos con estudiantes, periodistas, economistas, expertos de otras disciplinas, reguladores, empresarios, trabajadores, traders, activistas?

¿Por qué juntarnos para hablar sobre esto? Se preguntarán algunos. No sé si tengo una respuesta muy convincente, pero puedo contarles lo que hemos pensado como una hipótesis de partida con los otros organizadores de este evento.

  • Uno. Aunque no necesariamente venimos de la misma disciplina académica, no participamos en una sociedad científica formalmente constituida, nos educamos en diferentes países y tradiciones, con el tiempo, los que estamos acá presentando nos hemos ido dando cuenta de que somos colegas en un sentido fuerte. No sólo venimos de un mismo continente, compartimos un área de estudio y somos, más o menos, parte de una misma generación. Compartimos además una forma, un ángulo, o un tipo de aproximación particular a lo económico. Hemos usado el término ‘los estudios sociales de la economía en América Latina’ para llamar este particular tipo de aproximación.
  • Dos. De a poco, hemos ido generando espacios para nuestro tipo de investigación en los diferentes contextos académicos institucionales en que trabajamos. Este relativo éxito, creemos, abre nuevas preguntas y problemas. En la medida que ‘crecemos’, no solo en edad, pero también en responsabilidades institucionales, nos empezamos a relacionar con más y diferentes tipos de actores. Lo que buscamos pensar y conversar acá es como es que los ‘estudios sociales de la economía’ se presentan y se relacionan en público en este nuevo contexto. Para ponerlo en términos más tradicionales, podríamos decir que los que nos preguntamos es, si, los estudios sociales de la economía además de ser un ‘movimiento académico’, con un estilo y forma de aproximación particular a lo económico, producirá también, un tipo particular de ‘intelectual’, una forma específica de relacionarnos y presentarnos en público.
  • Tres. Nuestro punto de partida es que este no es asunto que podamos responder teóricamente. Cada situación, cada relación, produce sus propios problemas y desafíos. Cada vez que empezamos un nuevo curso, tenemos que buscar la forma de hacernos relevantes para cada nuevo grupo de estudiantes. Cada vez que iniciamos un tipo de terreno nuevo, tenemos que pensar cómo podemos colaborar con aquellos que estudiamos. Cada tipo de experto, en cada lugar, cada público, produce sus problemas, sus únicos y particulares desafíos. Al final de estos dos días, sabremos mucho más de diferentes casos, problemas y soluciones que hemos ido encontrando. La idea de este encuentro entonces es compartir estas experiencias y reflexiones que normalmente hacemos en privado e ir pensando juntos diferentes figuras y estilos de mostrarnos y relacionarnos en y con los diferentes públicos.

Ahora, entonces, ¿Cuál es el punto de esta presentación? Lo que haré no es tanto hablar sobre mi experiencia. Como parte del equipo organizador, pensé que sería bueno usar esta presentación para hacer un breve ejercicio comparativo. Las preguntas que intentaré responder en esta presentación son: ¿qué tipo de intelectuales han producido otros movimientos académicos relevantes en el pasado? ¿Y cómo es que los Estudios Sociales de la Economía se relacionan con estas otras figuras? La presentación sigue tres partes. En la primera parte, uso el ejemplo de Weber para proponer los conceptos básicos. En la segunda me detengo brevemente en dos figuras: el economista post-liberal y el experto en desarrollo latinoamericano. En la última parte vuelvo sobre los Estudios Sociales de la Economía, e intento explicar cómo este movimiento se diferencia de su pariente cercano, el sociólogo de la Nueva Sociología Económica.

Parte I. El Científico (Weber via Stengers)

Hace poco tuve que releer ‘la Ciencia como Vocación’ de Max Weber. Sin duda, una gran y todavía muy recomendable lectura, pero hoy, me interesa menos el texto mismo, que el tipo de ejercicio que hace Weber ahí. Para entender a qué me refiero con esto, necesito dar un breve rodeo por algunas ideas algo más contemporáneas.

En el libro Cosmopolitics, la filósofa Isabelle Stengers construye una monumental historia de la física moderna. Stengers presta especial atención a un ensayo que escribió otro famoso intelectual alemán, el físico Max Planck, nueve años antes que Weber. Podemos pedir prestadas dos distinciones que usa Stengers en su análisis de Planck, para entender y usar lo que hace Weber en la Ciencia como Vocación.

Primero: Stengers toma de Deleuze y Guattari la distinción entre dos tipos de figuras: “personas conceptuales” y “tipos psicosocial”. Ambas son algo así como, a la vez figuras retóricas y roles que traen consigo formas de comportarse y actuar.

  • La persona conceptual es el personaje que produce una nueva teoría. Una persona conceptual es una figura académica. Si lo lleváramos a las ciencias sociales, sería algo así como las instrucciones de cómo debemos relacionarnos con nuestro objeto de estudio según determinada teoría. Cuando usamos una teoría sociológica, tenemos que actuar su persona conceptual.
  • Un tipo psicosocial, en cambio, es una figura pública, caracteriza formas de actuar en público. Un ejemplo es ‘el flaneur’, una categoría que describe una nueva forma de comportarse en la ciudad propia del siglo XIX.

El punto de Stengers, es que un científico como Planck no solo construye instrucciones de cómo hacer ciencia, puede crear también un nuevo tipo psicosocial, una nueva forma de presentarse en público, en este caso la figura del físico moderno.

Segundo: según Stengers los físicos han girado en torno a dos formas muy diferentes de presentarse como actor público, dos maneras de construir su tipo psicosocial.

  • La primera es la figura que Planck terminó defendiendo y que ha terminado siendo la descripción dominante del científico natural moderno. Desde esta posición, el científico se construye en oposición a otras formas de relacionarse con la realidad física, a las que se les hace aparecer como ‘mera’ opinión, superstición, o dogma. El físico se presenta a sí mismo como aquel que tiene un acceso directo y privilegiado a la Naturaleza en mayúsculas, mientras que el resto, tendría una relación local y específica.
  • La segunda opción, es una forma de descripción más modesta. No es que el científico se describa como equivalente a otras formas de aproximarse al mundo natural, pero se describiría a sí mismo a partir de sus propias prácticas. Lo que hace al científico no es que accede a la Naturaleza, en mayúsculas, es que hace ciencia, es parte de un sistema de instituciones, instrumentos, herramientas, donde se producen muy delicados y locales objetos científicos.

Dos puntos entonces: los científicos ayudan a construir la figura pública del científico, el tipo-psicosocial, y hay una tensión entre dos formas de producir esta figura, una versión Mayor, donde el científico se propone como aquel con acceso privilegiado a la Naturaleza, y una descripción menor, en que el científico se presenta como parte de un tipo particular de prácticas, instituciones e instrumentos[1].

¿Qué pasa si usamos las categorías de Stengers para pensar la situación de Weber?

  • Weber, como sociólogo, construyó una particular persona-conceptual, un tipo de pregunta y aproximación científica que podemos identificar como Weberiana. Si seguimos el análisis que hace Wilhelm Hennis, la pregunta de Weber es como es qué en determinadas condiciones sociales, los actores construyen una nueva forma de conducir su vida. El papel del sociólogo es identificar estas formas de conducta. El método de Weber, de hecho, generalmente implica la identificación de tipos. Estos tipos no corresponden a clases, sino que a las formas de conducta que los actores inventan en diferentes situaciones. Ejemplos famosos son: el burócrata, el político, el emprendedor protestante. Cada una de estas figuras corresponde a una forma particular de organizar la conducta de vida, un tipo de ethos, que determinados actores construyen en determinadas condiciones. En “La Ciencia como Vocación”, lo que Weber hace es aplicar su método al estudio del científico: Weber se pregunta por el tipo de conducta de vida que surge con la universidad burocrática moderna[2].
  • Pero, como Planck, Weber está actuando también como una figura histórica. Lo que hace es proponer un modo de conducta, reglas de como los científicos como él deberían relacionarse con el resto de la sociedad. A diferencia de Planck, la figura del científico de Weber es mucho más modesta. Elige una figura menor. Su mensaje a los estudiantes en su audiencia en 1917[3] es: No esperen de las ciencias sociales un acceso directo a la Sociedad, no esperan tampoco una guía de cómo vivir. A lo más, las ciencias sociales podrán ayudar a producir claridad y ayudar a pensar. Un científico que intente ir más allá de esto no es científico.

Parte II. Algunas formas

Weber y Stengers nos proveen las herramientas. Una nueva teoría o un nuevo movimiento académico genera una nueva forma de aproximación a la realidad que estudian. Algunos movimientos académicos, además, generan nuevos tipos psicosociales, construyen una figura pública nueva para el científico. Esta figura, a veces, adopta una forma mayor, donde el científico se presenta como la única voz relevante, y otras, una forma menor, donde el científico entiende que a la hora de relacionarse con aquellos otros interesados o concernidos por los mismos asuntos lo que propone es un particular ángulo, pero no un acceso privilegiado a los asuntos colectivos. Este par de ideas nos sirve para comparar diferentes movimientos en las ciencias sociales.

El economista post-liberal

Hace poco, un poco por suerte, encontré un libro que se llama Where Economics went Wrong. Chicago’s abandonment of Classical Liberalism de David Colander y Craig Freedman (2019). Como dice el título, el libro es una revisión crítica de la historia de la economía, la disciplina, pero no es una historia del conocimiento económico, sino que de la forma en que los economistas se presentan en público.

El argumento es simple, los economistas hasta mediados del siglo XX seguían un modo de conducta, no muy diferente al que propuso Weber, que Colander y Freedman asocian con el liberalismo clásico. La principal regla de esta forma de conducta era que suponía un ‘cortafuego’, una barrera que distinguía claramente entre ‘economía’ como práctica académica y economía como arte práctico de toma de decisiones de gobierno. La economía académica era vista como una forma de pensar, algo así como un ejercicio intelectual, de pizarra y matemáticas, con su propia consistencia, supuestos y lógica, que no debía confundirse con la complejidad de la toma de decisiones de la política económica. A la hora de participar en decisiones públicas, el economista clásico no se entendía como científico, sino que como un técnico que aprende a partir del desarrollo de su práctica, más como un “jardinero, ingeniero, o dentista”[4].

La tesis del libro es que, con la Escuela de Chicago de Friedman, Stigler y compañía (pero también en la disciplina más generalmente, por ejemplo, con Samuelson), se empieza a consolidar un nuevo tipo de economista en los EEUU a mediados del siglo XX. El “economista post-liberal” justifica y entiende su intervención pública como un asunto científico. La economía de la pizarra y la economía del mundo ya no son dividas por un cortafuego. El economista deja de presentarse como un técnico que debe aprender de su práctica y colaborar con otros tipos de técnicos y empieza a presentarse como el único experto relevante capaz de acceder a la realidad económica propiamente tal. El economista se transforma en el médium entre la ciencia de pizarra y la realidad económica.

Por supuesto, esta figura del economista post-liberal la conocemos bien. El economista a la Chicago ha generado una de las figuras públicas más influyentes – y peligrosas – de las que tenemos memoria en América Latina. ¿Cómo es el tipo psicosocial del economista a la Chicago? Al momento de interactuar con otros, lo que estos economistas hacen es presentar una exageración. Lo que opinan en la vida pública lo presentan como verdad científica. Muchas veces, opinan científicamente de cosas sobre las que jamás hicieron investigación. Para el economista a la Chicago la verdad básica es lo que a veces denominan como “Teoría Económica”: que corresponde más que a resultados de investigación, a un conjunto de supuestos que pueden ser aplicados sobre cualquier área sin mediar investigación empírica. ¡No es necesario investigar, para saber que competencia y mercado va a ser mejor que burocracia y planificación! Al mismo tiempo, el economista a la Chicago tiende a esconder su propia práctica. No les interesa la historia de la disciplina, no hablan de cómo es que construyen su verdad científica, no comparten sus dudas ni formas de producir conocimiento, ni explican cómo es que sus teorías viajan de la pizarra al mundo[5]. Por supuesto, es por todas estas razones que los economistas se han transformado en uno de nuestros objetos de investigación favoritos[6].

El experto en desarrollo

Hace poco, Felipe González y Aldo Madariaga – en el contexto de la excelente serie del European Economic Sociology Newsletter que están editando durante este año – escribieron un muy interesante texto cuyo título es: “Is there a Latin American economic sociology?” A juicio de González y Madariaga, para entender el papel de los estudios de la economía en el continente hoy, es importante rescatar un tipo de sociología económica algo más antigua. El principal antecedente es lo que ellos denominan la “economía política del desarrollo”. Ejemplos de esta tradición son Medina Echeverría, Prebisch, Germani, Cardoso, Faletto, etc. ¿Cómo era este experto?

La primera característica es el objeto de investigación: el desarrollo. El desarrollo era un asunto a la vez económico y social, era un objeto que requería de cierta colaboración entre diferentes expertos en ciencias sociales. Quizás el mejor ejemplo de este tipo de colaboración, son los muchos amigos que se hizo alguien como Albert Hirschman, con gente como el mismo Fernando Henrique Cardoso y Guillermo O’Donnell. En términos de su forma de presentarse en público, el experto en desarrollo es un técnico-científico, construye un lenguaje experto para el acceso a una realidad ‘estructural’, y se presenta como aquel que puede proveer consejo en la toma de decisión experta.

Hace unos años fui a una charla que dio, Manuel Antonio Garretón, uno de los representantes chilenos de esta tradición (20/8/2015). Según contaba Garretón, Medina Echeverría distinguía tres impulsos de los sociólogos en América Latina: un impulso científico, un impulso intelectual crítico, y un impulso profesional. Durante los 60s, la sociología en el continente se habría caracterizado por cierto predominio del impulso de intelectual crítico. Sin embargo, decía Garretón, el sociólogo del desarrollo logró construir un espacio en donde se le reconocía públicamente en estas tres dimensiones. El sociólogo-económico del desarrollo construyó un oficio profesional, por ejemplo, como funcionario de instituciones como la CEPAL o como asesor en la toma de decisiones políticas. Un reconocimiento científico, sustentado por ejemplo en el uso experto del análisis de estadísticas y una posición crítica-intelectual, en cuanto se le reconocía un rol social, como aquel que se podía hacer la pregunta de “donde está” y “hacia dónde va” determinada sociedad.

Como sabemos, si bien el experto en desarrollo existe todavía en algunas oficinas ministeriales, y en instituciones como FLASCO, su apogeo histórico público se acabó abruptamente con las dictaduras latinoamericanas. El economista post-liberal (o abiertamente neoliberal) lo remplazó y expulsó de la discusión pública. El economista a la Chicago, del que ya hablamos un poco, cambió las condiciones del debate. De desarrollo, dependencia y marginalidad, la discusión pasó a crecimiento, inflación y pobreza. El debate económico-social deja de ser un asunto multidisciplinar. De hecho, todo lo que no sea conocimiento económico, en el sentido de la discusión académica, pasa a ser clasificado como mera opinión, o incluso, superstición o demagogia. Si hay algún rol público para otras ciencias sociales, es sólo en aquellos temas menos relevantes para los economistas, y los economistas se van interesando en cada vez más nuevos temas, incluyendo pobreza, educación, medio ambiente, educación financiera, etc.

Parte III. Los Estudios de la Economía como movimiento académico

Ahora podemos volver sobre la historia más reciente. Podemos decir, que la mayoría de nosotros nos educamos en el contexto post-desarrollo. Si bien muchos de nuestros profesores venían de esa tradición[7], nosotros somos productos también del exilio de las ciencias sociales de la discusión pública sobre lo económico. Ahí, de a poco, tuvimos que ir encontrando algunas herramientas que nos ayudaran a construir una posición académica relevante en este nuevo contexto. En este contexto, mi impresión es que hemos deambulado entre dos posiciones.

La primera posición es la figura propuesta por la Nueva Sociología Económica. La Nueva Sociología Económica, como saben, es un influyente movimiento académico que surge en los EEUU durante los 80s. ¿Qué tipo de experto es el Nuevo Sociólogo Económico?

  • Primero es algo así como un Economista invertido. La NSE es una respuesta a la nueva economía de la época que empezó a asumir que todo asunto social podía ser objeto de análisis económico. La respuesta de la NSE es algo así como un contragolpe simétrico. Toda situación económica -(por ejemplo, la formación de mercados (White), la búsqueda de empleos (Granovetter), transacciones bursátiles (Baker), o préstamos de bancos a empresas (Uzzi)- es también social. Este simple principio – que Granovetter agrupó en torno al concepto de ‘embeddedness’ – dio inició a uno de los movimientos académicos más importantes de la reciente sociología. El nuevo sociólogo económico se propone a sí mismo como un experto científico. Así como para acceder a lo Económico, necesitas un economista, la apuesta de la NSE es qué para acceder a lo Social en lo Económico, necesitas un Sociólogo. Lo social es invisible para los actores mismos, el sociólogo analiza técnicamente, generalmente mediante sofisticados métodos estadísticos, “estructuras sociales”, por ejemplo, “redes”, pero también “campos”.
  • Segundo, a la vez que un movimiento académico sumamente exitoso, la NSE no se ha constituido en un tipo de figura pública muy reconocido. Es como si la NSE asumiera que bastaba con producir buena ciencia. Su impacto público ha sido reducido. Quizás su mayor éxito fue hacerse relevante en las escuelas de negocio, en los estudios organizacionales y de estrategia (por ejemplo, Burt o Uzzi)[8]. Otro ejemplo es el caso de lo que Alejandro Portes ha hecho y construido con otros expertos en América Latina, donde una mezcla de sociología institucional y de redes se usa para renovar preguntas que vienen de la tradición del experto en desarrollo, por ejemplo, trabajo informal, redes de remesas, o grupos económicos.

Mi impresión – y esto quizás sea un poco polémico – es que Los Estudios Sociales de la Economía, aprenden mucho de la Nueva Sociología Económica, pero que lo que hemos inventado es algo diferente. Somos un movimiento académico distinto. Para ponerlo metafóricamente: si la sociología del desarrollo es nuestro abuelo, la Nueva Sociología Económica es algo así como un tío o primo. En una revisión de la reciente sociología en Argentina, “Sociology outside the United States”, Claudio Benzecry y Mariana Heredia usan la expresión una “sociología en clave menor” para describir lo que hacen ellos, y también varios de los que están acá, como Dani Fridman, Mariana Luzzi o Ariel Wilkis. La idea de “clave menor”, creo, funciona muy bien para describir la particular forma de aproximación a lo económico que hemos hecho nuestra en los Estudios Sociales de la Economía. ¿Cómo es esta aproximación y cómo se distingue de la Nueva Sociología Económica?

  • Una primera diferencia son las referencias. Todos respetamos y hemos leído y enseñado seriamente a autores como Granovetter, Fligstein y White. Pero si tenemos que encontrar alguien de los EEUU que realmente nos ha influido tendría que ser Viviana Zelizer. Zelizer, si bien es generacionalmente puesta dentro de la NSE, lo que hace es muy distinto. Además, nuestras referencias y amigas y amigos vienen de otras partes. Por ejemplo, de antropólogos contemporáneos como Annelise Riles o Bill Maurer, y de la tradición reciente en Francia y UK, a partir de gente como Callon, MacKenzie, McFall, Boltanski, Florence Weber y el Bourdieu más etnográfico. Los estudios sociales de la económica se han constituido en algo así como un objeto de frontera entre la sociología y la antropología, lo que a veces, por cierto, se transforma en un problema. ¡Muy sociólogos para los antropólogos, muy antropólogos para los sociólogos!
  • En términos de objeto de análisis, los Estudios de la Economía no se preguntan por el estado de la Sociedad, como la sociología del desarrollo, ni tampoco intenta construir objetos sociales técnicos, como la aproximación estructural de la NSE. Al mismo tiempo, los Estudios sociales de la Economía hacen suyos asuntos directamente económicos, como la inflación, el dinero, deuda, seguros, inversión, marketing. Quizás, uno de los gestos más importantes de los EDLE es hacer del experto un objeto de estudio, donde el caso más típico es el economista mismo. Tenemos acá excelentes ejemplos: Mariana Heredia, Maria Rita Loureiro, Federico Neiburg. Pero no sólo economistas, hay muchos otros “actores expertos”, cuyo trabajo hemos hecho objeto de estudio: publicistas y expertos en marketing (Ariztía), periodistas económicos (Undurraga), evaluadores de riesgo financiero (Ossandón), traders (Espinosa), reguladores y expertos en educación financiera (Onto y Fernández).

El objeto de análisis es el trabajo o las prácticas de los actores económicos. La forma de aproximación, puede resumirse en tres principios:

  • El primer principio es un tipo de simetría. Los Estudios Sociales de la Economía no solo han hecho expertos sus objetos de estudio, hay también muchos estudios sobre prácticas de “sujetos ordinarios”. Por ejemplo, Müller-Villarreal-Wilkis-Luzzi-González han estudiado las prácticas financieras de personas en el hogar en diferentes sectores de Brasil, Argentina, Chile y México. Otros ejemplos, son el trabajo de Fridman sobre autoayuda financiera, o Rabossi sobre comerciantes callejeros. Los estudios de expertos y personas no reconocidas como expertas, no se han constituido en dos campos de investigación (como sí ha sucedido con los Estudios de las Finanzas en UK). Lo hemos hecho es tratarlos simétricamente. Las prácticas de economistas, traders o de aquellos que usan instrumentos financieros en el hogar son igualmente económicas y relevantes como objetos de estudio.
  • Segundo, los Estudios Sociales de la Economía siguen un principio que podemos denominar como “respeto etnográfico”. No intentamos crear un lenguaje experto fuerte, sino que, el principal desafío es intentar entender las prácticas, los dispositivos y el conocimiento que generan los actores que estudiamos. Así, de a poco, nos hemos ido haciendo expertos en administración de deudas en el hogar, economía de la competencia y la regulación, técnicas de marketing, periodismo económico, etc.
  • Tercero, los Estudios Sociales de la Economía, no intentan reemplazar a los expertos que estudian. Lo que producen es un relato diferente, un tipo de pregunta que no es la pregunta de los actores que estudiamos, pero que, si todo va bien, ayuda a entender su trabajo de una forma diferente. Por ejemplo: Heredia y Neiburg han mostrado que la inflación se puede estudiar históricamente a partir de como diferentes generaciones de economistas la han problematizado. Mediante su trabajo obtenemos un relato diferente que nos permite entender mejor la historia de la inflación, pero que no intenta ni puede reemplazar el trabajo mismo de los economistas encargados de intentar controlar la inflación[9][10].

A modo de conclusión[11]

Podemos resumir el argumento de esta presentación en tres ideas.

Uno, lo que hace un nuevo movimiento académico es inventar un nuevo tipo de ‘persona conceptual’, una forma diferente de aproximarse a un objeto de investigación. Por ejemplo, Weber construyó un tipo de pregunta que hasta el día de hoy entendemos como Weberiana: “identifica las forma de conducta que generan diferentes tipos de actores en distintas situaciones sociales”. La Nueva Sociología Económica es otro ejemplo: el concepto de ‘embeddedness’ es por sobre todo un ángulo y una invitación específica: “sociólogo eres necesario pues puedes identificar las estructuras sociales presentes en cada situación económica”. Los estudios sociales de la economía son un movimiento académico exitoso pues hemos construido juntos un nuevo tipo de aproximación, que no es la misma de Weber o de la NSE. Las reglas son: “estudia las prácticas e instrumentos que usan los actores en su trabajo económico”, “respeta y no intentes reemplazar el conocimiento de los que estudias”, “y trata simétricamente las prácticas, sin importar su relativo estatus”.

Dos, los movimientos académicos, a veces, además de generar un tipo particular de aproximación a su objeto de estudio, producen un tipo psicosocial propio, una forma de presentarse y relacionarse con otros en público. Discutí tres ejemplos: “el científico” de Weber, “el economista post-liberal”, y “el experto en desarrollo”. Estos diferentes personajes pueden ser organizados en dos ejes. Algunos se presentan de modo colaborativo, mientras que otros construyen un personaje imperialista. Algunos se describen de una forma mayor, como aquellos que representan lo Natural o Económico, y otros se presentan de un modo menor, a partir de una descripción de sus prácticas marcando una clara diferencia entre su trabajo como científico y actor público.

Tres, los Estudios Sociales de la Economía, sugiero, son un movimiento académico, con un estilo y forma de aproximación particular a lo económico: esta persona conceptual es “menor” y “colaborativa”. Pero, lo que no tenemos aún es un tipo psicosocial. Una forma particular de presentarnos y relacionarnos con los otros actores con que compartimos intereses o asuntos que nos conciernen pero que no son nuestros colegas ¿Podremos construir un tipo de personaje púbico que sea respetuoso etnográficamente? ¿Cómo construir un personaje sin la arrogancia del Economista, que no se presente como médium a lo Económico o lo Social, pero de una forma menor y modesta? ¿Hay espacio para este tipo de personaje? ¿Es posible construir un actor público que no sea cientificista[12]? Como dije al principio, la respuesta a esto es un asunto práctico y empírico. Y por supuesto, uno podría hasta dudar de que sea necesario o incluso posible construir un nuevo tipo de intelectual.

Pero bueno, todo esto va más allá de esta ya muy larga presentación. Acá termino.

José Ossandón

 

 

[1] Tenemos que dejar a Stengers acá. No es este el momento de seguir las consecuencias de lo que ella propone. A los interesados, les sugiero leer su libro más reciente, y mucho más corto, A Manifesto for a Slow Science, donde ella discute como hoy en día, en que la figura del científico como posición a-política es seriamente cuestionada por lo que se conoce como ‘science denial’, la descripción modesta no solo se vuelve preferible, sino que urgente (sobre el mismo asunto, ver también los libros recientes de Bruno Latour…).

[2] El análisis se divide en dos partes, que corresponden a dos diferentes sentidos de la palabra ‘Beruf’. En la primera Weber analiza el contexto del trabajo científico moderno. Hace una descripción muy gris de los muchos sin sentidos que caracterizarían las condiciones en los que se desenvuelven los científicos modernos. En la segunda parte, Weber analiza las condiciones ‘internas’, las reglas de conducta que los científicos construyen sobre su propia vida. https://sociologica.unibo.it/article/view/8431

[3] Como sabrán, Weber preparó La Ciencia Como Vocación a partir de una invitación que le hizo un grupo de estudiantes. Lo que los estudiantes esperaban era generar una discusión crítica que les ayudara a pensar en una forma diferente la relación entre investigación y vida social. Los estudiantes estaban decepcionados por la creciente especialización de la formación académica y querían ayudar a producir un nuevo tipo de intelectual que sea la vez científico, sensible y políticamente involucrado.

[4] En palabras de los autores: “This position simple states that when economists are doing applied policy work, or even doing background work designed to shed light on a policy on which are not neutral, they should not consider themselves scientist seeking some unvarying truth. Rather, they should consider themselves as acting in a more humble capacity. They should envision themselves as being engineers, gardeners, technicians (Keynes suggested dentists)” (130).

[5] Todo esto empieza a cambiar con el giro más ingenieril de la construcción de mercados. Al menos, los mismos economistas-ingenieros escriben y piensan sobre lo que hacen y como lo hacen al momento de pasar de la pizarra al caso. http://econsoc.mpifg.de/downloads/05_Ossandon_Econsoc-NL_20-2_March2019.pdf

[6] Una de las tareas claves se los Estudios Sociales de la Economía reciente en América Latina (ver por ejemplo, Mariana Heredia, Maria Rita Loureiro, o Federico Neiburg), ha sido intentar entender cómo es que los economistas han hecho lo que han hecho en las últimas décadas en cada uno de nuestros países.

[7] – que sigue hoy presente en asuntos como la sociología del trabajo, o, en la nueva economía política –

[8] La NSE ha sido ‘performativa’ en la economía digital… y por cierto, el análisis de redes sociales es clave en la economía digital hoy.

[9] La posición es un poco como la de la escuela de Chicago de Hughes y Goffman, más que un experto, somos algo así como un amateur que va coleccionando estudios y prácticas y que a partir de eso puede hacerse preguntas comparativas.

[10] Uno podría quizás agregar un diferente sentido en que los Estudios Sociales de la Economía construyen una “sociología menor”. Finalmente, somos menor en el sentido que Deleuze y Guatarri usan para hablar de Kafka, como una “literatura menor”. Podemos escribir en el lenguaje de la academia global, pero, no somos bien educados. Inglés no es nuestra primera lengua, y, de tanta mezcla que tenemos no aparecemos como exponentes de una tradición sólida como la NSE. Somos algo iconoclastas, quizás, más que como Kafka en inglés, cómo ese extraño escritor polaco que vivió su vida en Buenos Aires, W. Gombrowicz (ver: Piglia).

[11] “Discovering the right category, speaking in the right tonality, choosing the right interpretative key, understanding properly what we are going to say, all this is to prepare ourselves to speak well about something to those concerned by the same thing in front of everyone, before a plenary assembly and not in a single key” (in Stengers, 426, Reset Modernity)

[12] Algo que no puedo discutir acá. El riesgo de esta última posición es que la evidencia aparece como arbitraria. El objetivo es demonstrar la construcción de modo que lo construido no aparezca como arbitrario. Todo esto es muy diferente a como generalmente los sociólogos intervienen en asuntos públicos. Por ejemplo, mediante encuestas. La encuesta se presenta como un instrumento técnico que representa lo que opina o siente una sociedad. Se deja para la discusión experta (cuando la hay!) la conversación sobre los límites y problemas del instrumento como forma de representación. Quizás la diferencia responda también al tipo del objeto de investigación. La encuesta se presenta como una ‘muestra’ de un terreno más amplio. No es sin embargo que el sociólogo simplemente decida el objeto que busca representar.

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