Author Archives: manueltironi

BioProperty workshop: “Insects & Biotechnology”

Este miércoles 11 de diciembre se desarrollará el workshop “Instects and Biotechnology”, organizado por el proyecto BioProperty del InSIS, University of Oxford. Para los que estén interesados (y cerca) el workshop es abierto al público. Los dejos con la información: Continue reading

Neoliberal electricity: energy, experimentation and the purification of the economy

[Pido disculpas por lo largo y desordenado del post: es un copy/paste de un paper en construcción y de apuntes para una presentación en el último ISA en Buenos Aires, más inserciones varias para hacer el texto algo más legible].

Introduction: neoliberalism in the making

In 1975 the Comisión Chilena de Energía Nuclear (CCHEN) submitted to government evaluation the Plan de Energía Nucleoeléctrica (PEN), a detailed technical and economic program to introduce the first commercial nuclear plant by 1989. By the mid-1970s the PEN had become one of the most important and ambitious technological programs in the country. Embedded in the ambience of fascination towards (nuclear) technology that had imbued Latin America, and propelled by the geopolitical race against Argentina, the Chilean government – particularly during Pinochet’s military regimen – trained several dozen army engineers in nuclear operations and engineering, signed multiple assistance and research agreements, created extended networks of institutional and technical allies, and, more importantly, enrolled ENDESA and CHILECTRA – national symbols of Chile’s technological capabilities – imbuing the PEN in an epic narrative of technological and industrial development. The PEN seemed not only necessary, but inevitable given its inertia: the technological momentum of the PEN was too strong to stop the motion of events. All the pieces were aligned and a lot of effort had been invested: the PEN had built an irrevocability that seemed impossible to revert. But it was: in 1979, the Comisión Nacional de Energía (CNE), established the year before by the arriving team of Chicago-trained economists to explicitly “transform the energy sector into a market”, drafted a 220-pages document arguing for the cancellation of the NEP.

The story about the cancellation of the PEN can be told in several ways. Here I will choose one in particular: a story about neoliberalism in Chile. But in lieu of understanding neoliberalism as an epochal and abstract force, the case at hand lends itself to inquire neoliberalism as a set of situated material and knowledge practices – and therefore unfolding in specific sites and through specific controversies. Continue reading

CfP – Desastres, debacles, calamidades: controversias radicales y política democrática

Instituto de Sociología UC

Llamado a ponencias

DESASTRES, DEBACLES, CALAMIDADES: CONTROVERSIAS RADICALES Y POLÍTICA DEMOCRÁTICA 

Jueves 8 de noviembre 2012, 9:30 – 17:00

Instituto de Sociología UC

Av. Vicuña Mackenna 4860, Campus San Joaquín

Invitados internacionales

Javier Lezaun (University of Oxford)

Israel Rodríguez-Giralt (Universitat Oberta de Catalunya y Goldsmiths – University of London)

Organizadores

Manuel Tironi y Beltrán Undurraga, Instituto de Sociología UC Continue reading

Notas sobre Hidroaysen, animismo y mercados (o del eco- al cosmo-capitalismo)

1. No tenemos que leer libros de postestructuralismo editados en París, Londres o Nueva York para reconocer que los no-humanos tienen agencia. Nosotros, acá, siempre lo hemos sabido. Para los mapuche los espíritus habitan en la naturaleza, animada o inanimada. La naturaleza no se experimenta, visita o explota: se negocia, tranza, debate con ella. O mejor, con sus espíritus. Se hace extensivo, por tanto, lo que dice Viveiros de Castro sobre los amerindios en general: para los mapuche el campo de prueba es el cuerpo, el cuerpo es lo que varía; lo que es inmutable es el hecho que en éstos mora indefectiblemente un espíritu. Todas las entidades que pueblan la naturaleza tiene un ngen, dueño o protector. El Ngnechen o Pillán, el dios supremo, reside en los volcanes y se despliega terrenalmente en/con el huenu (cielo), antü (sol), lavquen (mar), lenfu (río), cura (piedra) o co (agua). Caen los truenos, nos azotan los terremotos, las plantas nos regalan sus frutos y semillas. Los dioses nos hablan y enseñan. La naturaleza vibra a nuestro alrededor. Nos indica dónde vivir, con quién casarse, cuándo nos equivocamos, cómo ser felices. La naturaleza no está quieta. No es inerte. La naturaleza tiene agencia. Continue reading

¿Qué es un cluster?

Un poco de auto-promoción: hace poco meses publiqué un artículo en EURE que puede ser de interés para aquellos trabajando temas de innovación, proximidad y redes. Su título es “¿Qué es un cluster? Geografías y prácticas de la escena de música experimental en Santiago, Chile” y pueden encontrarlo acá (abajo va abstract). Continue reading

Valores, justificaciones y cuantificación

 

Es extraña la lectura de La economía, ciencia de los intereses apasionados (ECIA), el pequeño libro exegético que Latour y Lépinay escribieron para presentarle al mundo –un siglo después- el trabajo de Gabriel Tarde. Extraña, por un lado, porque ha sido tal el esfuerzo de Latour (acá, aquí, pero también allá) por introducirnos a Tarde como el clásico que hubiese cambiado el curso de la sociología, que leyendo ECIA uno se pregunta a ratos si no bastaría con los comentarios de Latour sin entrar en los detalles freak de Tarde. Pero extraña, también,  porque la obra de Tarde –sin la necesidad de sus exegéticos- abre una serie de preguntas extremadamente interesantes.

No soy muy dado a las sofisticaciones teóricas –y lo digo con algo de vergüenza- pero en el corazón de la apuesta tardeana hay una hipótesis que me detonó todo tipo de reflexiones. Esta hipótesis podría ser resumida así: el pecado de la economía (economics para entendernos) no es cuantificar la vida económica (economy), sino no llevar dicho ejercicio a su máxima posibilidad. Para Tarde la materia de la economía –aquellos bienes transables que hacen y se mueven por los mercados- es siempre subjetiva: es una cualidad que remite a escalas de interés y deseo. Y es sólo gracias a que los mercados operan con entidades subjetivas que se les puede cuantificar: si no hubiese una referencia, una equivalencia relacional, no habría posibilidad de ordenar los bienes transados (definiendo, por ejemplo, qué bien hace de suntuario, cuál de complementario y qué otro de público). La idea de la economy of qualities de Callon et al. (2002), aunque más referida a los dispositivos sociotécnicos que permiten el anclaje/desanclaje entre consumidores y bienes, retoma parte de esta propuesta.

La (tan celebrada) tesis de Tarde es que la economía se habría limitado a cuantificar un tipo de valor, dejando otros tipos de valoraciones fuera de sus análisis, por tanto de la economía (el argumento basal tras la idea de performatividad). Pero lo interesante es que Tarde no se contenta con eso, sino que se anima a indicar cuáles son los valores con los que la economy opera. Tarde identifica tres: el valor-verdad (p.ej. el estatus), el valor-utilidad (p.ej. la riqueza) y el valor-belleza (p.ej. la estética) (Ojo con las similitudes con el price, prize y praise de Dewey). Pero cuidado con confundir esta premisa de Tarde con el construccionismo. Para Tarde estos valores no son distintas ‘perspectivas’ sobre un mismo fenómeno, sino distintos esquemas ordinales (con sus propios códigos, espacios y materialidades) que, y este es el punto central, pueden ser objeto de cuantificación.

Tarde no deja claro cuándo comienza un valor y termina el siguiente (y enhorabuena, probablemente no hay cómo hacer tal demarcación) y siempre queda abierta la pregunta si son tres, cinco o un número indeterminado de valores en constante proceso de hibridación (similar a la noción de modalidad de Caliskan y Callon 2009, o la idea de disonancia y heterarquía de Stark (2009). Pero más allá de esos debates, me parece que Tarde hace algo extremadamente sugerente: tiende un puente para acercar los regímenes de justificación de Boltanski y Thévenot (B&T) a la sociología económica. O mejor dicho: abre la posibilidad de ver en regímenes o mundos de B&T un instrumento de cuantificación.

En primer lugar, hay una conexión evidente entre los regímenes de B&T y los valores de Tarde. ¿Podría conectarse el valor-utilidad al market regime, el valor-verdad al regime of opinion y valor-belleza al regime of inspiration? Si son estas o no las parejas es secundario; lo fundamental es, siguiendo a Tarde, preguntarse cómo la economía puede hacer una mejor cuantificación. Siempre me ha parecido que el gran problema en muchos de los usos de los regímenes de B&T es el poco sustento teórico para extrapolarlos. ¿Cuál es su rendimiento límite? ¿Es posible sacarlos de la pragmática de la moral y los conflictos para ubicarlos en otros campos? ¿Pueden los regímenes de justificación ser utilizados para hablar de evaluaciones económicas? ¿Es legítimo usarlos para medir experticias? ¿Sirven para cualificar distintos tipos de mercados? Stark diría que sí, y de hecho él se basa en B&T para argumentar que las firmas deben articular “alternative conceptions of what is valuable, what is worthy, what counts.” (p.5). A mí, en lo personal, no me queda tan claro. Es decir, creo que para hacer la proyección que hace Stark hace falta una mayor mediación conceptual. Los mismos B&T dicen que su foco de atención es más amplio y vinculado “to all kinds of justifications and not just those that concern economic life” (2006 [1991], p.17). B&T, de hecho, están interesados en los moments critiques (momentos críticos), o sea situaciones en las que “people, involved in ordinary relationships, who are doing things together –let us say, in politics, work, unionism- and who have to coordinate their actions, realize that something is going wrong” (1999, p.359).

Creo, sin embargo, que los valores de Tarde pueden prestarse para hacer esa mediación que, a mi juicio, le falta a Stark. ¿Por qué? Porque a Tarde lo que le interesa de sus tres tipos de  valores es la posibilidad de cuantificar la vida económica. En este sentido, los régimen de B&T podrían entrar a la sociología económica no para representar las conexiones entre value y values –básicamente la puerta que les abre Stark- sino para ampliar –según el concepto de Latour y Lépinay- la gama de valorímetros con los que cuenta la economía: la variedad de escalas cuantificables del valor que hacen a la economía. Digamos que B&T, vía Tarde, podrían entrar a la sociología económica por la puerta metodológica.

¿Cómo deberían ser estos valorímetros? Aquí está la segunda clave para una alianza entre Tarde y B&T. Tarde no dibuja un modelo formal, pero entrega un elemento fundamental: la clave de la economía y de su cuantificación está en los silogismos prácticos. Por éstos Tarde entiende los “estados anímicos” y “duelo lógicos” que hacen la economía. En palabras de Tarde: “De vendedor a cliente y de cliente a vendedor, de consumidor a consumidor y de productor a productor… opera un continuo e invisible pasaje de estados anímicos, un intercambio de persuasiones y excitaciones –mediante la conversación, los periódicos, el ejemplo- que precede a los intercambios comerciales, a menudo es lo único que los hace posible.” Estos silogismos prácticos son, también, muy cercanos al pragmatismo de B&T. No hay estructuras predefinidas; las justificaciones y los valores se despliegan y ponen en juego de forma situada, usando para afirmarse todo tipo de entidades, objetos y procesos. O sea: sean cuales sean los valorímetros diseñados para cuantificar la economía, éstos deben reconocer la naturaleza práctica, contagiosa y heterogénea de la materia a cuantificar. La imagen no deja de ser interesante y disruptiva: si la economía aceptase que existen otros valorímetros, otros regímenes para medir el valor de lo económico, tendría que construir un nuevo arsenal de herramientas de cuantificación. La economía y la sociología establecerían una nueva relación. Ya no se trataría de develar la dimensión ‘simbólica’ de la economía, ni siquiera de identificar su naturaleza performativa, sino de aliarse en la cuantificación (pero esta vez sin exclusión) de lo económico.

PS1: esto último abre un muy interesante debate sobre las ‘guerras metodológicas’ entre investigadores cuantitativos y cualitativos. Tal vez vía B&T vía Tarde dichas guerras pierden sentido: los cualitativos deberían re-encantarse con la cuantificación, y los cuantitativos deberían la pragmatología de lo social.

Manuel Tironi

Mercados creativos – industria de la moda independiente en SCL

El domingo escribí una columna sobre la emergencia de la feria en tanto estrategia que la industria de moda independiente ha ideado para hacer frente a la siempre incómoda tensión entre producción de innovación y capacidad económica. Pueden ver la coluna acá.

La columna es sencilla pero se sustenta en una investigación mayor que estoy realizando sobre la industria de la moda independiente en Santiago y la formación de mercados ‘creativos’. El objetivo es analizar cómo emerje el valor en estos mercados y cómo éstos se organizan. Ya están saliendo algunos productos, como unos análisis de redes.

Saludos, M.

Economización y contra-economización de la naturaleza

No se ha considerado, entre otros factores, la ausencia de medidas de mitigación, compensación o reparación por la pérdida del valor turístico y los impactos sobre la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt”

Diputado Patricio Vallespín, 25 agosto 2010.

Está interesante lo sucedido en Punta Choros y la fallida instalación de la termoeléctrica. De partida es un hito en las controversias ambientales/energéticas. Yo, al menos, no tengo recuerdo de una movilización pública de esta magnitud por un tema ambiental desde lo del atolón de Mururoa. Ni Ralco ni los cisnes valdivianos ni las focas canadienses ni, siquiera, Hidroaysen lograron tal efervescencia.

Pero creo que lo más interesante está en cómo esta controversia produjo nuevas interfaces entre la economía y la naturaleza. O mejor dicho, cómo produjo nuevos procesos de economización. Y de des-economización también. O, digamos, de repolitización de la naturaleza.

Lo que detonó el ‘affaire Barrancones’ fue, a diferencia de lo que muchos ecologistas puedan creer, una expansión del mercado, no su retroceso (si excluimos, claro está, el ‘gesto’ tan anti-mercado de SP parando el proceso a punta de telefonazos). De pronto una serie de entidades, espacios y situaciones que nos estaban normadas por el mercado pasaron a ser criaturas de éste. Por ejemplo, hoy hay 11 proyectos de termoeléctricas a carbón (por una inversión total de US$15.350 millones) que de no mediar intervención correrán la misma suerte que el proyecto de Suez Energy. Entonces, ¿qué hizo el Ministerio de Medio Ambiente junto a Bienes Nacionales? Ensambló un mapa que indica las áreas protegidas que quedarán al resguardo de proyectos termoeléctricos. ¿Y a qué se le llama ‘área protegida’? Básicamente a monumentos, parques y/o reservas nacionales cercanos a la costa. Podría decirse, entonces, que gracias a los pingüinos de Punta de Choros una serie de elementos que hasta ahora no poseía valor en los procesos de calculabilidad de las empresas –iglesias coloniales, albatros autóctonos, coníferas nacionales- se convirtieron en factores que afectarán la línea de producción completa de éstas.

Esto nos lleva a otro punto central: cuando los factores involucrados en la operación de una planta van desde la salud de los cardúmenes de pejerreyes hasta la identidad local, ¿cómo se definen y compensan las externalidades? El debate no es nuevo en la economía. Hay distintas alternativas de compensación (fórmulas institucionales como los contratos vs impuestos/subsidios) y varias maneras de medir las externalidades (willingness-to-pay vs shadow pricing) pero el caso Barrancones muestra que el debate está lejos de cerrarse. Por una parte está el problema de la inconmensurabilidad: ¿hasta dónde podría llegar la lluvia ácida producida por la planta? ¿Y el MP-10 soplado por el viento? ¿Afectaría la emergente industria vitivinícola de la IV Región? Si como dice el diputado Vallespín hay que compensar la pérdida turística, ¿a qué escala hay que hacerlo? ¿Comunal, provincial, regional? Por el otro lado está el problema (para las empresas) cuando el ‘externo’ afectado en la transacción no es un humano, sino un delfín, pingüino, albatros o lobo de mar. El problema es, de partida, quién habla por la gaviota Garuma o el guanaco (¿un residente local? ¿un científico? ¿Qué científico?). Y después, evidentemente, la pregunta es cuáles son los derechos de esta gaviota. Porque los tiene, ¿o no?

Pero aquí viene la reversibilidad, el desborde. Cuando se implantó el famoso DFL 1 en 1981 (la ley que crea el mercado eléctrico) jamás se pensó que junto a los mapas hidrográficos de cuencas y a los modelos de demanda, el mercado que se estaba construyendo (un mercado que operaría, por fin, ‘libre’ de factores extra-económicos) también exigiría mapas del valor simbólico del territorio o de la presencia de fauna extraordinaria; también exigiría reconocerle ciudadanía a los chungungos y pensar en los efectos turísticos a 200 km de distancia. Gabrielle Hecht (y también Çaliskan y Callon) dice que la economización es una forma de politización: una forma de imponer unos modos de calculabilidad y valoración (del valor [value] por sobre los valores [value] diría Stark). Y el ingreso al mercado de delfines, tortugas, áreas patrimoniales, mareas y vientos se puede leer como un modo de expansión de esta lógica. Pero también, porqué no, se puede interpretar como una suerte de venganza, como un rebalse político: todas aquellas entidades que el cálculo económico dejó (políticamente) afuera para construir su mundo de calculabilidad, vouchers y normativas, se levantan, golpean la mesa y contraatacan gritando ‘quisieron marginarnos, armar sus dispositivos económicos/políticos haciéndonos a un lado, pero acá estamos para exigir nuestra ciudadanía’.

Manuel Tironi